EL SERMÓN DEL MONTE
GRACIA NO ES LIBERTINAJE
Lectura: Mateo 5:17-20
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
El sermón del monte es una predicación hermosa que Jesucristo pronunció, se cree, sobre el monte ahora conocido como Monte de las bienaventuranzas. En esta preciosa predicación, Jesús nos dejó fundamentos sólidos para construir nuestra vida y para cambiar nuestra perspectiva de ella. Quiero, con esta serie de devocionales, llamar la atención de cada uno de ustedes a la importancia que tiene la aplicación de esta hermosa predicación para nuestra vida diaria, predicación que tiene tanta vigencia hoy como la tuvo cuando fue enseñada por primera vez:
Gracia no es libertinaje
Dentro del mismo cristianismo encontramos varias teorías e interpretaciones sobre lo que es la gracia de Dios. No es mi objetivo hacer un estudio sobre dichas teorías ni sus fundamentos bíblicos; sino expresar dos extremos sobre la gracia que la Biblia determina claramente como errores y que son comunes en muchas formas de pensamiento actuales.
Primero, encontramos el pensamiento que nos dice que debemos cumplir toda la ley al pie de la letra para alcanzar la salvación. Esta forma de pensar contiene varios errores que comenzaré a listar a continuación:
1. Nadie puede cumplir la ley por completo. (Romanos 3:10)
2. No podemos salvarnos por nuestras propias obras. (Efesios 2:8)
3. Intentar ganar a Dios con nuestra propia justicia nos hace caer de la gracia y desligarnos de Cristo. (Gálatas 5:4)
En el tiempo de Pablo, los Gálatas tenían este error en su forma de pensamiento. Alguien les estaba enseñando que debían circuncidarse y seguir las leyes rituales judías para alcanzar la salvación. Pablo les enseña claramente que somos salvos por la Gracia de Dios únicamente y no estamos ligados a cumplir con los rituales de la Ley que eran sombra de Cristo que habría de venir para cumplir la Ley.
No importa cuánto ahorremos con nuestras buenas obras, nunca alcanzaremos a comprar la salvación ni a ser tan justos como para ser salvos por nuestra propia mano. Es ahí cuando entra la maravillosa gracia de nuestro Señor Jesucristo que nos dio la salvación como un simple regalo si decidimos creer en Él. Ahora nuestra obligación no es cumplir con los rituales judíos de la ley al pie de la letra, sino guardar nuestra salvación viviendo una vida de justicia y honor guiados por el Espíritu Santo que nos fue dado por la misma gracia salvadora de Dios.
Es en este punto donde encontramos otra grave desviación de pensamiento: “Si somos salvos por gracia, entonces somos libres para vivir en pecado”. Esto no es cierto en absoluto.
En el pasaje descrito, donde Jesús habla sobre la Ley, se nos enseña claramente a cumplir con los mandamientos de la Ley de Dios, pues ellos son justos y correctos; porque nada impedirá que se cumpla todo lo que allí está escrito.
Si bien es cierto que no estamos obligados a vivir atados a los rituales judíos de la ley y que si fallamos sabemos que tenemos abogado para con el Padre; esto no implica que estamos exentos de cumplir con los mandamientos espirituales y morales de la Ley de Dios.
La salvación es un regalo, pero uno que debemos conservar. En los mandamientos de Dios leemos que se nos enseña a cosas como estas:
1. No tener dioses ajenos (Éxodo 20:3)
2. No hacernos imágenes (Éxodo 20:4-5)
3. No tomar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7)
4. Guardar el día de reposo, descansar y buscar a Dios. (Éxodo 20:8-11)
5. Honrar a nuestros padres (Éxodo 20:12)
6. No matar (Éxodo 20:13)
7. No ser infiel (Éxodo 20:4)
8. No robar (Éxodo 20:15)
9. No decir mentiras de los demás (Éxodo 20:16)
10. No codiciar nada de nadie (Éxodo 20:17)
¿Creer en Jesucristo nos hace libres de cumplir con estos mandamientos? Ciertamente no. ¿Seremos salvos si creemos, pero incumplimos estos mandamientos? No, a menos que nos arrepintamos de corazón e intentemos con nuestras fuerzas y la ayuda del Espíritu Santo obedecerlos.
Surge una pregunta lógica, en ese caso “¿Qué diferencia hay entre la ley y la gracia?, en cualquier caso, debo obedecer la Ley porque si no lo hago no seré salvo.”
Ese razonamiento tampoco es cierto. Imagina que vas de viaje, pero no tienes dinero para pagar el transporte y que es tan caro que no importa lo que hagas no podrás comprarlo. Ahora imagina que un buen hombre con mucho dinero tiene misericordia de ti y te compra el boleto que necesitas. Tienes las siguientes opciones:
1. Decirle al hombre rico que no aceptarás su regalo, sino que te esforzarás por trabajar y ganártelo. Si haces esto nunca podrás viajar porque el costo es tan alto que nunca podrás tener tanto dinero y vivirás una vida de frustración al verte incapaz de conseguir lo que necesitabas.
2. Aceptar el regalo del hombre, pero no cuidar tu boleto. Al final, podrías terminar perdiendo tu viaje por no cuidarlo apropiadamente.
3. Aceptar y agradecer el regalo, cuidándolo con esmero para que no se vaya a perder.
Jesús murió por nosotros, somos salvos solo por creer en Él pues no importa cuan buenos intentemos ser, nunca alcanzaremos la salvación por nuestras propias obras de justicia. Sin embargo, esta gracia no es libertinaje, no nos capacita para vivir en pecado. En la gracia de Dios recibimos la fuerza para ser justos por medio de su Espíritu Santo y encontramos el perdón para levantarnos cuando caemos.
En la gracia no debemos vivir atados a los rituales de la Ley judía, ni encadenarnos a regulaciones religiosas; pero sí estamos obligados a obedecer los mandamientos de Dios, pues la fe se demuestra con la obediencia.
QUE DIOS TE BENDIGA
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará”
Salmo 1:1-3
Autor: Juan Felipe Caro Valencia
Escrito para www.destellodesugloria.org