Un Destellito en las manos de Dios.-
El osito de peluche.-
En un pueblito del sur, comenzó a contar Destellito, pequeño, rodeado de bosques, donde existía una escuela, una posta médica, y un almacén, vivía una niña que era hija única, todos los días debía pasar necesariamente por donde estaba ubicado el almacén, y cada vez que lo hacía, ya sea de ida o de vuelta, se paraba frente a la vitrina para mirar lo único que le interesaba de allí, era un tierno osito de peluche. La niña estaba tan entusiasmada con el osito que hasta soñaba con él, y suspiraba por tenerlo, así era todos los días, hasta que llegó la Navidad.
Como era su costumbre, cuando salió del colegio, apuró sus pasos para ver al osito, y al llegar, tan grande fue la sorpresa, que no le fue posible ocultar su llanto, el osito de peluche ya no estaba en la vitrina. Llegó a su casa arrastrando su mochila, y apenas se alimentó de lo triste que estaba, mamá le dijo que se alegrara porque había llegado Navidad, y esa noche intercambiarían regalos, y para animarla la llevó hacia el arbolito de pascua, estaba precioso con la luces que se prendían y apagaban, y varios regalos dispuestos.
Cuando llegó la hora de abrirlos, sus lindos ojos negros dejaron escapar lágrimas, esta vez de alegría, al descubrir que uno de los regalos era el osito de peluche, papá se lo había comprado para regalárselo. Esa noche durmió feliz, abrazada a su querido osito de peluche.
Destellito, más tierno que nunca, y demostrando el efecto que le había producido lo que acababa de relatar, expresó, la Biblia dice en 1a de Corintios 6:20, “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
La niña, deseaba tener al osito de peluche, pero no podía, tenía que pagar un precio que no estaba a su alcance, no tenía el dinero, pero su papá sí, y lo adquirió para su hijita, pagando su justo valor, dijo Destellito.
Dios Padre, no se conformó con haber perdido al hombre y a la mujer en Edén, y cada día, vez tras vez, los anhelaba, los extrañaba. Sin embargo el valor era altísimo, incalculable, único, y lo pagó, los compró a precio de sangre, que se derramó en la cruz, no era la sangre de cualquiera, como la de los otros dos que estaban con Él en el Gólgota, era Su Sangre, “y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”, dice la Palabra de Dios.
Usted, que ha creído en Cristo, vaya a la cama a dormir tranquilo, porque ya no está en la vitrina, fue comprado, finalizó Destellito.-
Autor: Oscar Dondero Olivares
Preparado para: www.destellodesugloria.org