Un Destellito en las manos de Dios
La Roca.
Examinando Destellito una gran enciclopedia, se encontró con un relato que captó su atención.
Después de un naufragio, donde gigantescas olas azotaron el navío contra la costa una y otra vez, obligando a los tripulantes a intentar salvar sus vidas, en medio de un mar bravío de traicioneras corrientes, un marino pudo llegar a una pequeña roca, escalarla, y permanecer sobre ella varias horas.
Cuando fue rescatado de aquella peligrosa situación, uno de sus amigos le preguntó: — ¿No temblabas de espanto, al estar resistiendo tantas horas en esa extrema situación?
—Sí, la verdad es que temblaba mucho; pero, ¡la roca no!, y eso fue lo que me salvó.
Destellito, después de leer se quedó un rato muy pensativo, hasta que dejando a un lado la enciclopedia, tomó su Biblia para leer:
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre ésta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mateo 16:18
Previo a estas palabras de Jesús, Pedro había contestado una pregunta, relacionada a que creían ellos, como discípulos, que era Jesús, diciendo lo siguiente: Respondiendo Simón Pedro dijo, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Mateo 16:16
El discípulo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, había declarado que Jesús era el Cristo, y que además era el Hijo del Dios viviente, y sobre esa declaración, el Señor afirma que edificará la Iglesia, y que las puertas del infierno no prevalecerían en su contra. La Roca es Cristo, inconmovible, sólida, y eterna, expuso Destellito.
El náufrago que fue salvado, dijo que la firmeza de la roca, a la que había estado sujeto por tantas horas, le había librado de morir. De la misma manera, si permanecen en Cristo, la Roca, serán salvados de morir eternamente. Haga suya la declaración del apóstol Pedro, reconociendo lo que es Jesús, extendiéndola a todo aquel que necesite la vida nueva, en otras palabras, anuncie claramente lo que significó para usted el haber conocido a Cristo Jesús, la Roca, expresó finalmente Destellito.
Autor: Oscar Olivares Dondero
Escrito para: www.destellodesugloria.org