Temas y Devocionales Cristianos

¿Qué tipo de corazón tienes?

¿QUÉ TIPO DE CORAZÓN TIENES?

Lectura: Mateo 13:1-9.

Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.

Una de las parábolas más famosas de Jesús (y de paso, una de mis favoritas) es la parábola del sembrador. Esta parábola encierra una profunda y maravillosa enseñanza que quisiera compartirles. La historia habla acerca de un sembrador, que es Dios; una semilla, que es la Palabra de Dios; y cuatro terrenos en los que cayó la semilla, que son cuatro tipos de corazones o formas de recibir la Palabra de Dios. ¿Qué tipo de corazón tienes? ¿Cómo estás recibiendo la Palabra de Dios? A continuación una explicación de cada uno de los cuatro tipos de corazones; mientras lees la explicación, pídele al Espíritu Santo que te revele qué clase de corazón tienes y analízate, en busca de llegar a tener el corazón que Dios quiere para que su Palabra dé fruto en ti.

1. Un corazón carnal (Mateo 13:4)

El primer terreno en el que cayó la semilla, fue en el camino; y luego vinieron las aves y la comieron. Un corazón carnal se refiere a un corazón que tiene tanto ruido que no puede entender la voz de Dios.

Veamos un ejemplo que nos puede ayudar a entender este tipo de corazón. ¿Conoces la historia de Nicodemo? Nicodemo era un fariseo, maestro de la ley en Israel y principal entre los judíos. Una vez, fue donde Jesús de noche, (Juan 3:1-15) y Jesús le dijo que tenía que nacer de nuevo para poder entrar al reino de Dios. Nicodemo no entendió lo que Jesús le quería decir, porque no tenía su mirada en las cosas de arriba, sino en las de la tierra; no tenía un corazón dispuesto a creer, sino uno predispuesto a preguntar y a dudar. Pese a que Nicodemo tenía tanto conocimiento de Dios, no podía entender su Palabra, sencillamente, porque la estaba intentando interpretar con su propio conocimiento y saber; y, ese conocimiento, lo cegaba para no ver las verdades del reino. Si leemos el texto, vemos que Nicodemo siempre preguntaba “¿Cómo…?”; esto implica una actitud de una persona que quiere entender la verdad de Dios a su manera y que no rinde su ser en plena obediencia y fe. Este es un corazón carnal.

Una persona con mente carnal, quiere entenderlo todo a su manera, siempre tiene preguntas y dudas, su mente no está tranquila y quiere razonarlo todo. Una persona así no puede creer, pues la fe implica sacrificio de uno mismo por la aceptación de una verdad más grande; y, al estar tan apegada a su propio saber, fácilmente llega el malo (las aves) y arrebatan la palabra que fue sembrada.

2. Un corazón olvidadizo (Mateo 13:5-6):

El segundo terreno son los pedregales, donde la semilla brotó pronto pero luego vino el Sol y la quemó, porque no tenía raíz. Un corazón olvidadizo es aquel que recibe la Palabra con emoción y gozo, pero que, cuando vienen las dificultades, se olvida de ella.

Una persona con corazón olvidadizo, tiene un principio muy fuerte, de hecho, crece rápidamente; a los ojos de los demás, parece que va a ser un gran líder de la iglesia; con poco tiempo de conocer la verdad de Dios, ya está predicando, ministrando, orando y trabajando en la iglesia con mucha pasión. Sin embargo, cuando viene una dificultad y la aflicción, cuando viene la persecución por causa de la Palabra que promulga, cuando viene el tiempo de la prueba; decide renunciar a todo y volver atrás porque no tiene la suficiente firmeza para seguir adelante. La fe no es cuestión de emociones, sino de firmeza.

En Juan 6:66, nos habla de un grupo de discípulos que no pudieron soportar la verdad que Jesús vino a enseñar y prefirieron volver atrás y no volver a andar con él. Este es un ejemplo de un corazón olvidadizo.

3. Un corazón apegado (Mateo 13:7):

El tercer terreno fueron los espinos, donde la palabra cayó, pero los espinos crecieron y la ahogaron. Un corazón apegado es aquél que busca su propia bien y es egoísta, a tal punto que es incapaz de renunciar a su propia vida por causa de Jesús.

Una persona con corazón apegado tiene su mente en la gloria propia, y no en la gloria de Dios; prefiere quedar bien ante las demás personas, que mantenerse firme en la fe; busca la riqueza, el honor y la gloria; tiene su mirada en los tesoros de esta tierra y no en los de arriba, y ese afán por obtenerlos va creciendo, como los espinos, hasta que termina ahogando la Palabra que fue plantada en su corazón.

Un ejemplo de este tipo de corazón es el joven rico, (Mateo 19:16-30) quien prefirió su abundante riqueza a seguir a Jesús y recibir una riqueza aún mayor; estaba tan apegado que era incapaz de renunciar a ella, ni siquiera por Jesús. Este es un ejemplo de un corazón apegado.

4. Un corazón obediente (Mateo 13:8)

Por último, la semilla cayó en buena tierra, y dio fruto, a ciento, a sesenta y a treinta por uno. Un corazón obediente es aquél que escucha y entiende la verdad de Dios, porque rinde todo su corazón a Él.

Una persona con corazón obediente, sencillamente, es aquélla que rinde toda su vida en busca del conocimiento de Dios; es alguien a quien el malo no puede robar la Palabra, pues tiene su mente puesta en Dios; es alguien a quien las pruebas no pueden quemarle la Palabra, pues está firme en Dios; es alguien a quien los afanes del mundo no pueden ahogarle la Palabra, pues busca los tesoros de arriba; es una persona que recibe la palabra con fe y la guarda en su corazón para ponerla en práctica. En esta persona la palabra crece y da fruto abundante.

A Pedro, un pescador de mal carácter y quien negó a Jesús temiendo por su propia vida, lo vemos predicando en Jerusalén, sin tener cuidado de lo que le pase, haciendo señales poderosas y hablando con una sabiduría y firmeza increíble, siendo cada vez más parecido a su Maestro. A Pablo, un perseguidor de cristianos, lo vemos predicando el evangelio de Jesús a todo el mundo conocido en ese tiempo. Mateo, un  recaudador de impuestos, renuncia a toda su riqueza por seguir a Jesús y escribe un evangelio que hasta hoy leemos. Estos hombres, sin tener en cuenta al resto de los discípulos y a los demás seguidores de Jesús que creyeron por su testimonio, son ejemplo de una buena tierra que produce fruto abundante para la gloria de Dios.

¿Qué clase de corazón tienes? Te reto a ser tierra fértil donde la palabra de Dios dé fruto abundante para su gloria.

Recuerda que:

1. Debes cambiar tu corazón y someter tu mente en obediencia a Jesús.

2. Nunca olvides lo que has aprendido de Jesús, ¡Mantente firme!

3. Busca los tesoros de arriba, pues son los más valiosos.

4. Sé tierra fértil donde la Palabra de Dios dé fruto abundante para su gloria.

QUE DIOS LOS BENDIGA

 “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”

Salmo 1:1-3

Autor: Juan Felipe Caro Valencia

Escrito para www.destellodesugloria.org