Lo que nos hace fuerte es reconocer que somos débiles.
El viejo rey, en su tiempo de caballero había ganado todos sus enfrentamientos, aprendió estrategias y manera de cómo vencer a sus oponentes. Sin embargo como ya estaba avanzado en edad, no era tomado en cuenta para las batallas ni para los entrenamientos. Al empezar los tiempos de preparaciones sus hijos debían ir con sus mentores quienes tenían la responsabilidad de adiestrarlos para la batalla, sin embargo uno de los hijo del rey, se sentía inferior a los demás debido a su discapacidad, puesto que era el único que tenia que batallar con un solo brazo, por eso le pidió a su padre que lo entrenara en secreto al fin y al cabo el era el único en quien podía confiar, su padre se sintió feliz al ser tomado en cuenta y acepto el reto, a pesar de su edad se esforzó para impartirle a su hijo sus mejores movimientos de ataques, y le enseño estrategias de cómo usar la fuerza de sus oponentes a su favor, y de usar lo que para el resultaba su debilidad en contra de sus enemigos, su hermano siempre los veía practicar se reía en silencio pues pensaba que nada bueno podía salir de un viejo entrenador y de un joven caballero defectuoso, el por su parte, se había vuelto muy robusto y había sido entrenado por los mejores mentores del reino, y su confianza y arrogancia crecían conjuntamente con el.
En el momento de la batalla, el reino fue atacado por caballeros de pequeña estatura, que aunque eran delgados y pequeños eran rápidos y ágiles, mientras que los caballeros del reino eran grandes y fuertes en tamaño pero a su vez estos los hacia ser lentos y torpes, al comenzar la pelea muchos caballeros del reino cayeron, puesto que lo que había sido para ellos objeto de orgullo (su gran tamaño), se había convertido en su desventaja, sin embargo el hijo del rey a pesar de que solo pudo batallar con un solo brazo había vencido a muchos de sus atacantes, puesto que su padre lo había preparado no solo físicamente si no también en sabiduría y estrategia. La batalla fue ganada, pero con la tristeza de que varios de sus hombres habían caído, entre esos el hijo mas robusto del rey quien había sido entrenado por los mejores mentores del reino. Mientras que el otro hijo a pesar de su discapacidad no solo había logrado sobrevivir si no que había dominado a la mayoría de los caballeros enemigos, con esto el hijo comprendió de que si no hubiese sido por la vergüenza que sintió en principio de lo que el pensaba que era su falla, nunca se hubiese atrevido a pedir ayuda a su padre y así la sabiduría que este le impartió, no se la hubiese podido dar ningún otro mentor del reino, también comprendió que a pesar de sus grandes virtudes no le convenía enorgullecerse en vano, su débil brazo le recordaba a cada momento que debía esforzarse mas que cualquiera.
Así como el brazo inmóvil le hacía al príncipe del cuento esforzarse más y más, así mismo nuestras debilidades nos recuerdan que no somos perfectos y aunque tengamos dones especiales dados por Dios, y logremos destacarnos en las tareas que el señor nos ha puesto en este mundo, no podemos enorgullecernos de más. De igual forma son esos momentos de debilidad lo que nos obligan a humillar nuestro orgullo humano y buscar el auxilio de Dios, admitiendo ante El que por nuestros propios medios no podemos manejar esa situación, de esta manera nuestra debilidad se convierte en el medio que usa el señor para fortalecernos, porque reconocer que no tenemos las fuerzas suficientes para superar algún temor, dificultad o debilidad, y que solo la gracia de Dios puede impulsarnos a seguir en el camino, es lo que realmente nos hace fuerte.
2 Corintios 12 7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Autora: Marianny I. Gutiérrez
Escrito para www.destellodesugloria.org