Sin culpa ante Dios
Levítico 14: 5-7 (Nueva Versión Internacional)
En estos pasajes Moisés describió el ritual de purificación para personas que habían sido sanadas de enfermedades de la piel, como la lepra. Ritual al cual hizo referencia nuestro Señor Jesús (Lucas 5:14).
Para este ritual dos aves eran llevadas al sacerdote, una vara de cedro, una vasija de barro, un listón escarlata y una rama de hisopo. Primeramente se escogía una de las dos aves para ser sacrificada, después de esto su sangre era vertida dentro de la vasija de barro junto con agua corriente, es decir de manantial o rio. Luego se introducía el ave que se designó para que se mantuviera con vida en la vasija de barro y se bañaba con el agua y sangre. Después se humedecía con el agua y sangre la rama de hisopo amarrada a la vara de cedro (un tipo de brocha), para luego rociar con ello a la persona que había estado enferma. Finalmente el ave que se mantuvo con vida dentro de la vasija era soltada en campo abierto, libre para volar.
En este ritual Dios nos revela lo que Jesús hizo por todo aquel ha aceptado el regalo de Su salvación. Jesús fue el ave que se escogió en sacrificio para derramar Su sangre sobre nosotros y así hacernos puros y justos ante Dios. Y al igual que el ave que quedó con vida en el ritual, Jesús quiere que volemos libremente sin cargas ni culpas. Porque Él pagó el precio de nuestra plenitud (Isaías 53:4-5).
Antes del sacrificio de Jesús las personas llevaban ante el sacerdote ovejas, toros, chivos o becerros como propiciación por sus pecados. Se imponían las manos sobre el sacrificio y se confesaban sobre él los pecados de la persona, en ese momento Dios ya no miraba el pecado en la persona, sino sobre el sacrificio que se ofrecía, lo cual hacía justa a la persona ante Dios. No obstante cada año las personas tenían que volver a ofreces de nuevo sacrificios por el perdón de sus pecados. Fue cuando Dios tuvo la idea que cambió el rumbo de la humanidad al enviar a Su Hijo como el sacrificio perfecto por todas personas que han existido y existirán, de una vez y para siempre (Hebreos 9:26).
Jesús lavó con agua y sangre a la humanidad para darle libertad así como al ave. Pero hace falta creerlo.
Si tú has aceptado el sacrificio de Jesús entonces ya eres justo y sin culpa ante Dios. Todos tus pecados, los pasados, presentes y futuros fueron expiados en la Cruz, solo tienes que creerlo de todo corazón. Sin importar qué hayas hecho en el pasado si tú aceptaste a Cristo en tu corazón Dios ya te perdonó y no recuerda más tus pecados, tampoco lo hagas tú.
Cuando Jesús consumó Su obra en la Cruz fuiste bañado con agua y sangre al ser traspasado Su costado. Entonces al igual que el ave Dios te ha soltado para volar libremente. Créelo hoy.
“Sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.”
Juan 19:34 (Nueva Versión Internacional)
Autor: Richy Esparza
Escrito para www.destellodesugloria.org