ALMA CANSADA
Nuestro organismo requiere de agua para funcionar con normalidad. Este fluido participa activamente de todos los procesos internos generando movimiento y energía vital. En nuestra vida eliminamos 25.000 lts, 8000 lts. Bebemos en un año, el cuerpo está formado por ella en un 95%, 18 días es el tiempo límite que se pude resistir sin beber agua. Nuestro cuerpo contiene 45 litros de agua, esta cantidad va decreciendo progresivamente con el paso del tiempo hasta que sobreviene la muerte. Durante la gestación el embrión está compuesto por un 95% de agua, pocas semanas después del nacimiento esta cantidad baja a un 80%, para reducirse a los tres meses a un 64% y mantenerse así por el resto de la vida. El agua representa el dos tercios del peso de un ser humano presentándose en todas partes: 20% en los huesos, 85% en el encéfalo, 70% en la piel, 80% en el corazón y 0.2% en los dientes.
Se dice que cuando una persona toma agua porque tiene sed, ya tiene cierto grado de deshidratación, cabe decir que hay que tomar agua sin que el cuerpo lo pida. En síntesis, el agua es vital para la vida.
La falta de agua produce: Enfermedades cerebrales; Problemas digestivos; Artritis; Lumbago, no solo lubricando, se calcula que el 75% del peso de la parte superior del cuerpo es soportado por el volumen de agua almacenado en el núcleo del disco de la 5ª vértebra lumbar mientras el otro 25% es soportado por la materia fibrosa que existe alrededor de ese disco; La migraña; la depresión y la fatiga crónica; estrés, hipertensión, colesterol, sobrepeso; etc.
Leamos Juan 4:7-14 “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (VRV)
¿Qué quiso decir Jesús con «agua viva»? En el Antiguo Testamento muchos versículos se refieren a la sed de Dios como sed de agua (Salmo 42.1; Isaías 55.1; Jeremías 2.13; Zacarías 13.1). A Dios se le llama manantial de la vida (Salmo 36.9) y manantial de aguas vivas (Jeremías 17.13). Al decir que podía dar agua viva que saciaría para siempre la sed, Jesús declaraba ser el Mesías. Solo el Mesías podría dar este regalo que satisface la necesidad del alma. Aquí Jesús dio a esta mujer un mensaje extraordinario acerca del agua pura y fresca que puede satisfacer la sed espiritual para siempre.
Muchas cosas espirituales tienen su paralelo en las físicas. Así como nuestro cuerpo padece de hambre y sed, también nuestras almas. Pero nuestras almas necesitan agua y alimento espirituales. La mujer confundió las dos clases de agua porque es muy posible que nadie le hubiera hablado antes del hambre y la sed espirituales.
SÍNTOMAS DE FALTA DE AGUA EN EL ESPIRITU Y EL ALMA
Enfermedades cerebrales: Tienen bloqueo mental, no pueden tomar buenas decisiones.
Problemas digestivos: Todo lo que se les dice les cae mal; elijen sus comidas espirituales que no proveen vitaminas fundamentales, entonces se sienten débiles.
Artritis: Les cuesta moverse, le duelen rodillas, brazos y manos, no pueden hacer nada.
Lumbago: No soportan el peso de la responsabilidad, “hernia de disco espiritual”. Carecen de equilibrio.
Migraña: Tienen irritabilidad constante y no gozan de la salvación y el reposo.
Depresión y fatiga crónica: Tienen falta de seguridad, nunca están contentas con nada, corren de un lado hacia otro y nada les sacia. Vuelven a tener sed.
Puede que sientas algunos o todos estos síntomas, que estés corriendo de un lado a otro buscando saciar la sed de tu alma y hasta ahora no suceden. No privamos a nuestros cuerpos de comida y agua cuando los requieren. ¿Por qué lo hacemos con nuestras almas? La Palabra viviente, Jesucristo, y la Palabra escrita, la Biblia, pueden satisfacer el hambre y la sed del alma.
Autor: Gustavo Iriart
Escrito para www.destellodesugloria.org