Hay cuatro lugares por donde vamos pasando y recibimos algo nuevo del Señor
Para lograrlo, primero debemos pasar por algunos lugares en donde va a suceder algo que nos encaminará hacia la meta.
En el palacio
Allí es en donde se te restaura la estima. “Méteme en tu recámara”; en el palacio, estoy a solas con el Señor, “tú eres mío y yo tuya”. Allí oramos, adoramos, tenemos comunión con él. El amado la mira a su amada y le dice: “eres como una yegua”: un animal bello, el Señor restaura tu estima y te dice cómo eres: amada, maravillosa, fuerte porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece, por eso te cuidas, te bendices, sabes quién eres en Dios, él te dijo que ERES HERMOSA Y PUEDES LOGRAR TODO LO QUE TE PROPONGAS.
Eres resistente: no abandonas, como Nehemías que en cincuenta y dos días pudo terminar el muro de la ciudad, a pesar de tantos enemigos que vinieron a desanimarlo, él tuvo una velocidad sobrenatural para terminar el muro. Al apóstol Pablo le tiraron piedras y cayó como muerto, pero se volvió a levantar otra vez.
El diablo siempre tiene que pagar por siete, ¡porque siete veces nos caemos y siete veces volvemos a levantarnos!
En la montaña
Vamos a conquistar, eres yegua y eres paloma, ¿por qué la paloma está en la montaña, y por qué no el águila? Porque en la conquista tienes que tener paz, porque Dios ya te ha dado todo lo que vas a conquistar, no vas a tener que pelear.
En la roca
Nos escondemos en Cristo, su paz sobrepasa nuestro entendimiento. No es esa paz como el mundo la da, de afuera para adentro. Cristo nos la da de adentro para afuera. Él es nuestro escondedero; “te esconde en su corazón en el día del mal; te oculta en donde nadie te pueda tocar y luego sobre una roca te pone en alto”
En la cima
Del monte de Hermón, el más alto de Israel, Dios te va a llevar a la cumbre, le dice a la mujer; “leona” allí tienes las experiencias con Dios que son intensas. Lo mejor lo hacemos en la cumbre: porque es allí donde tenemos una visión, una idea de oro, algo que se destapa, algo que se quiebra. Dios te pone la unción del león: tienes fuerzas, ruges como un león, ¡Dios te hace adorar, decretar, agradecer, allá arriba estás sano, próspero, allá están los ángeles, lo glorioso; Pedro, Jacobo y Juan estaban en la cumbre!
Cuando viene la preocupación es porque muchas veces vemos una situación desde un único lugar. Cada situación es de acuerdo a cómo se interprete. Por ejemplo tú dices “¡me echaron del trabajo, qué tragedia!”; pero también puedes decidir usar la fe que está dentro de ti.
Fe: es usar los anteojos de Dios; entonces dices: “¡perdí un trabajo porque él tiene uno mejor para mí!”.
La fe no niega la realidad, pero te la hacer ver de otra manera.
Tenemos las promesas del futuro: “el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. Tu mañana ya está bendecido, porque allí dice: “me seguirán” en un tiempo que está por venir. Nos ponemos los anteojos de la fe, y podemos decir: “yo veo como él ve”.
La promesa de que Dios me guía “por sendas de justicia”.Guiar no es dirigir. A un hombre le sucedió que estando en el aeropuerto de California, todos le indicaban cómo llegar a la puerta de donde salía su avión; pero sólo un mecánico de aviones lo “llevó hasta la puerta”. Dios no te dirige, Dios te guía. Él va delante de ti, pero tiene que ser tu Señor, por eso el salmo comienza diciendo: “El Señor, es mi pastor”. Señor, significa que es tu dueño, tu jefe, no puede ser tu pastor que te cuida, si primero no es tu dueño. Los romanos decían: “César es el señor y los cristianos decían: “Jesucristo es el Señor” y por eso los mataban. El Señor da órdenes, por eso le dijo a Pedro: “boga mar adentro” y Pedro obedeció y eran tantos los peces que sacaron, que las redes se rompían ¡Él tiene que ser tu dueño de verdad!
Autora: Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org