EL SERMÓN DEL MONTE
«LOS DOS CIMIENTOS»
Lectura: Mateo 7:24-29
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
El sermón del monte es una predicación hermosa que Jesucristo pronunció, se cree, sobre el monte ahora conocido como Monte de las bienaventuranzas. En esta preciosa predicación, Jesús nos dejó fundamentos sólidos para construir nuestra vida y para cambiar nuestra perspectiva de ella. Quiero, con esta serie de devocionales, llamar la atención de cada uno de ustedes a la importancia que tiene la aplicación de esta hermosa predicación para nuestra vida diaria, predicación que tiene tanta vigencia hoy como la tuvo cuando fue enseñada por primera vez:
Los dos cimientos:
En el texto, Jesús nos enseña que hay dos tipos de personas con relación al acercamiento a la Palabra de Dios: Aquellos que la escuchan y la ponen en práctica y aquellos que solo escuchan.
Este pasaje da cierre al famoso sermón del Monte y finaliza con autoridad el gran mensaje de la predicación dando una conclusión tan obvia como pertinente: De nada ha servido escuchar todo este mensaje si no lo pones en práctica.
Los cristianos de hoy debemos recordar este mensaje pequeño pero significativo: De nada sirve escuchar predicaciones, ir a la iglesia y cumplir por apariencias con las “obligaciones” cristianas si en nuestro hogar y en nuestro día a día no vivimos de acuerdo con el mensaje del Evangelio. Esto nos recuerda el mensaje de Santiago cuando en su carta exhortaba a los cristianos “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”
De igual forma, encontramos un punto de comparación entre este pasaje con la parábola del sembrador, considero que comparar ambas historias nos puede ayudar a interpretarlo de una mejor manera. Mas adelante en el libro de Mateo, cuando Jesús explica a sus discípulos su afamada parábola, dice que la buena tierra es “el que oye y entiende la Palabra, y da fruto. Claramente podemos entender que se relaciona en este texto con el que “me oye estas palabras, y las hace”. De igual forma, podemos comparar el resto de los terrenos de la parábola del sembrador, con el que “me oye estas palabras y no las hace”
Se puede afirmar que hay una similitud y una diferencia fundamental entre los dos tipos de hombres a los que Jesús hace referencia. La similitud es que ambos escuchan la Palabra, la diferencia es que uno la aplica y el otro no.
¿Por qué las personas no obedecen la Palabra de Dios?, ¿Por qué alguien querría construir su casa sobre la arena? Ciertamente podemos afirmar que muchos han escuchado la Palabra y tienen conciencia de lo que es correcto e incorrecto ante los ojos de Dios; y para aquellos que no han escuchado el evangelio de Jesucristo, el apóstol Pablo enseña que no tienen excusa, pues Dios se hace evidente en su creación para que todos tengan noción de lo bueno y de lo malo. Esto podemos entenderlo, ya que, sin importar la religión y la raza, en el desarrollo humano la ética y la moral han sido parte constante de su desarrollo e historia.
Ahora bien, volvamos a la pregunta, ¿Por qué alguien decide no obedecer la Palabra? Esta respuesta podemos encontrarla en la parábola del sembrador, y su consecuencia en el texto de los dos cimientos; causa y consecuencia, en dos textos hermosos que nos aclaran la manera en la que debemos acercarnos a la Palabra.
Existen 3 razones por las que pasa esto según la escritura: Las mentiras del enemigo, el engaño de las riquezas y las dificultades de la vida.
Unas personas no se acercan a Dios ya que el diablo ha engañado sus mentes para no acercarse al evangelio y sumirlos en la oscuridad de la idolatría, el egocentrismo, la duda, la incredulidad o el temor; Otras personas simplemente ven con mayor fulgor la gloria de este mundo y el deseo de adquirir posesiones materiales. Por último, hay personas que no están dispuestas a renunciar a su antigua manera de vivir o sufrir dificultades por causa de seguir a Cristo y que las dificultades de la vida les han apartado del camino.
Todos estamos construyendo nuestra vida. La palabra de Cristo es la fuente de toda sabiduría espiritual y firme fundamento sobre el cual construir.
Tarde o temprano, estos tres enemigos tocarán la puerta de nuestro corazón y buscarán destruir lo que hemos recibido. Llama la atención que, así como son 3 caminos errados en la parábola del sembrador (junto al camino, entre espinos y en pedregales), son 3 dificultades contra nuestra casa en la historia de los dos cimientos (lluvia, ríos y vientos).
El diablo nos atacará y nos dirá que estamos perdiendo el tiempo, que la vida es una sola y hay que vivirla a nuestra manera y que no podemos creer en lo que no vemos; el mundo buscará atraernos con el afán de tener una buena vida y un buen estatus económico; y viviremos dificultades en esta vida, mayormente por seguir a nuestro Señor Jesucristo. La diferencia la marca nuestra respuesta a estos enemigos y si estamos poniendo en práctica o no la enseñanza recibida.
Las lluvias, los ríos y los vientos tocaron la vida de ambas personas. Todos viviremos este tipo de dificultades. Si mantenemos firme la profesión de nuestra fe, estaremos seguros y nada podrá quitarnos el galardón celestial; pero si no construimos nuestra vida en el único fundamento estable de esta existencia, nuestro destino será una “grande ruina” que hace referencia a aquella caída de la que no se puede levantarse, esas lágrimas que no se secan.
El pecado tarde o temprano llevará a la “grande ruina” que puede hacer referencia a situaciones en esta vida consecuencia del pecado, o al tormento al que Jesús hace referencia cuando dice “Allí será el lloro y el crujir de dientes”.
No nos equivoquemos, no podemos alegrarnos con el mal de los no creyentes, ni dudar de la justicia de Dios al ver que prosperan en lugar de nosotros. Debemos amarlos, amarlos lo suficiente para disfrutar con su bien como si fuera el propio y anhelar que encuentren el tesoro del Reino de Dios pues esta vida no es más que un respiro, un hálito temporal; esto no son los 100 metros, sino la maratón, la carrera es larga, el galardón es para los ganadores.
QUE DIOS TE BENDIGA
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará”
Salmo 1:1-3
Autor: Juan Felipe Caro Valencia
Escrito para www.destellodesugloria.org