Mujer no te angusties, que El Fuerte Te Ve…
Cuenta la historia bíblica, que hubo un matrimonio que se llamaba Abraham y Sara. Ambos tenían un gran problema, no podían tener hijos, porque Sara era estéril, sin embargo, al correr de los años, en sus vidas aconteció algo muy particular; un día se les aparecieron unos ángeles con la noticia de que iban a ser padres! esa era una palabra directamente de parte de Dios. Cuando la recibieron, Sara se rió, y era lógico, ya que ella era muy anciana para tener un hijo. Pero la palabra era firme de parte de Dios e indudablemente ella iba a ser mamá! La cuestión es que iba pasando el tiempo y el bebé no venía, entonces un día, ya no aguantando más y muy desesperada, a Sara no se le ocurrió mejor idea que decirle a su propio marido que tuviera un hijo con su sierva que se llamaba Agar. Dice el pasaje bíblico:
“Dijo entonces Sarai a Abraham: ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizás tendré hijos de ella. Y atendió Abraham el ruego de Sarai.”
Fíjense como habló Sara, ella dijo: “Ya ves que Jehová me ha hecho estéril”: suena, como si dijera: “la culpa de que yo no tenga hijos es de Jehová”, había pasado demasiado tiempo y según el reloj de Sara, Dios no estaba haciendo nada. Ella en ningún momento se puso a pensar en los desórdenes de convivencia y generacionales, que esto traería. Ella solo quería tener un hijo a costa de lo que sea.
Así fue que Abraham, no dijo nada ante esta petición, solo fue y lo hizo así, como su esposa se lo había pedido. Y Agar, la sierva, al quedar embarazada se sintió más poderosa que Sara y comenzó a mostrarse rebelde ante su señora, tomándose la atribución de despreciarla. Esto es lo que pasaría en cualquier hogar donde las cosas se manejan por los designios de la carne y no los de Dios. Aquí se fue añadiendo pecado a pecado, ya que ante esta situación Sara le echó la culpa a Abraham, haciéndolo responsable de todo lo sucedido y Abraham “se la devuelve” a su mujer y le dice que haga lo que quiera con Agar. Y Sara decidió echarla de la casa!
La Escritura dice que las obras de la carne son entre otras: adulterio, lascivia, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones etc. Todo esto se había puesto de manifiesto en el hogar de Sara y Abraham.
Pero Dios que es misericordioso no iba a permitir tal injusticia contra Agar. Entonces se manifestó a ella…En ese momento el Señor no se ocupó de Abraham ni de Sara, se ocupó de la persona que verdaderamente había sido afectada por la mala decisión de sus amos.
Allí el Señor envió su ángel para encontrarse con esta mujer, dolida en su corazón, sola, sin rumbo y llevando un hijo en sus entrañas. Salió al desierto y estando parada junto a una fuente de agua, porque sin duda estaría muerta de sed, se le apareció el ángel de Dios (JESUCRISTO) y tuvo una conversación con ella. El Señor SIEMPRE está dispuesto a tratar TODOS NUESTROS PROBLEMAS con nosotras y si es necesario se nos va a aparecer en la noche más oscura de nuestras vidas, así pasó con Agar…
Dios siempre se compadece de los desvalidos porque es un Dios misericordioso. Ahora para sorpresa de Agar, el consejo del ángel fue que vuelva a la casa de Sara y se ponga bajo su autoridad otra vez. Pues allí Agar tendría un hogar donde poder criar a su hijo, ya que ella era extranjera, era egipcia, y le sería muy difícil encontrar una familia que le diera trabajo.
Esto quizás no nos parece la mejor salida, pero por lo general nuestros pensamientos no son los pensamientos de Dios, ni nuestros caminos, sus caminos. Y también el ángel le dio una palabra de fe, una promesa, pues le aseguró que su descendencia sería poderosa en la tierra y también le dijo el nombre que tendría que ponerle a su hijo: Ismael que significa “Dios oirá”.
Y por esta aparición, Agar reconoció a Jehová como “el Dios Que Ve”. Y a continuación ella dijo:
¿No he visto también aquí al que me ve? Ella entonces llamó a aquel lugar: “el Pozo del Viviente que me ve”.
Podemos ver en esta historia que a pesar de todas las injusticias que estemos pasando, no importa de qué tipo sean, o de qué tamaño; DIOS SIEMPRE NOS ESTARÁ MIRANDO y estará listo para actuar y revertir la situación.
Lo único que él necesita de nuestra parte, es que le entreguemos a Él, el derecho de vengarnos por nosotros mismos.
Dice en la Palabra de Dios que “La ira del hombre no obra la justicia de Dios”. Muchas veces nos vamos a encontrar queriendo hacer justicia “por mano propia”, pero cuando tomamos la decisión de poner TODO en las manos de Dios, nos va a pasar como a Agar, un ángel vendrá en nuestro auxilio y nos dará una palabra de aliento, una palabra de fe, y no sólo eso sino que tendremos el privilegio de seguir adelante con nuestra vida, con nuestros proyectos, porque a través de una situación desesperante podremos conocer otra faceta del carácter de Dios, entenderemos que él es El Fuerte Que Ve todo lo que nos pasa y esto cambiará el rumbo de nuestra vida para siempre!
Autora: Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org