Exitismo Espiritual
Si hay algo que me preocupa, es que alguna vez nos transformemos en exitistas espirituales, que deseemos tanto, tanto el éxito que nos frustremos cuando las cosas no ocurren como esperamos. O bien, que el ser siempre “correcto” y caminar en los “principios” de Dios no nos de espacio para equivocarnos y entender que esos errores también son parte del desarrollo personal y espiritual que debemos vivir. Me preocupa en gran manera que quienes siempre han tenido una vida consagrada a Dios, en donde siempre se les ha reconocido y honrado por ésto cuando se equivoquen (porque eventualmente TODOS nos vamos a equivocar, somos humanos de carne y hueso) no sean capaces de seguir viendo a Cristo en ellos y sientan una pesada carga sobre sus hombros, la despreciable culpa.
Más preocupante aún me parece el hecho de que estos exitistas espirituales “midan” y evalúen a la gente con parámetros tan poco reales, que les exijan más de lo que ellos pueden dar y la sensación que les quede sea de poca competencia, de que en verdad “no se la pueden”. Esto me parece preocupante, porque no podemos evaluar al resto sobre la base de lo que yo hago o soy capaz de hacer, ni tampoco de acuerdo a mi nivel de “compromiso” o “consagración”, esto no resulta así y el mejor ejemplo de aquello fue Jesús. Él NUNCA esperó que los discípulos fueran capaces de “entregarse” de la manera que Él lo hacía, ni siquiera que pudieran orar las horas que Él oraba; Jesús no fue un exitista espiritual, porque Él era exitoso: estaba en el lugar que tenía que estar, haciendo lo que Dios le había mandado a hacer, eso lo hizo, lo hace y lo hará extraordinariamente exitoso.
No creas que el caer en este exitismo espiritual es algo que no nos ocurre con frecuencia, cuando todo va bien, cuando todas las cosas están marchando como esperábamos y sentimos que estamos totalmente conectados con Cristo, podemos caer en esta conquista frenética por ser cada vez más “exitosos”, pasando por la vida como autómatas que no pueden ver más que sus propios éxitos y los medios para lograrlos. Estos mal entendidos “éxitos” pueden ser una congregación muy numerosa, tener muchos diplomas de estudios bíblicos, ser reconocido dentro del grupo de pares, etc. Y con esto no estoy diciendo que nos transformemos en cristianos mediocres, ABSOLUTAMENTE NO, sólo digo que el éxito, como lo entiende el mundo en general, no puede transformarte en alguien infalible, ni tampoco en un verdugo de quienes se equivocan como tú y como yo.
Nunca debemos perder de vista que si no entendemos esto, que si Dios no nos revela lo que estoy escribiendo en este texto, nuestro último éxito puede ser nuestro peor enemigo…
Autora: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org