Si tu ser está sano, tu hacer estará sano

Si tu ser está sano, tu hacer estará sano

adoracion a DiosDice que fue un hombre fue a un sabio y le dijo: “maestro, ¿cuál es el camino hacia el éxito?”

 Y el sabio le respondió: “allí.”

 El hombre fue; se cayó en un pozo; salió del pozo y volvió. Y le dijo: “maestro, perdón: ¿cuál es el camino al éxito?”

“Allí”, respondió nuevamente el sabio.

 El hombre volvió a ir; se cayó en el pozo y volvió otra vez. Y le dijo:  “maestro, ¿cuál es el camino al éxito?”

 “Allí”.

 “Pero allí siempre hay un pozo, y siempre me caigo”

 Y el maestro le respondió: “allí, un poquito después del pozo”.

 ¿Sabes dónde está tu éxito? Ahí; de donde te caíste, un poquito después. Levántate; practica; mejórate; sigue adelante. Porque tú vas a determinar el nivel de victoria que quieres en tu vida.

Hay que saber administrar el enojo, las situaciones difíciles; Moisés estando enojado mató a un egipcio, entonces Dios lo mandó cuarenta años a la montaña, Moisés hasta después de ese tiempo no estuvo listo para controlar situaciones, a los ochenta años, sí estuvo listo.

Dios le montó una escenografía divina y le mostró cuatro cosas:

 Un arbusto que se quemaba y no se apagaba:

 Dios le dijo: “no estás fracasado todavía, te voy a encender de nuevo, voy a poner en tu corazón el fuego que nunca se apaga”.

Que se quitara las sandalias:

 “Te voy a dar zapatos nuevos, caminarás por lugares nuevos”; porque las sandalias representan los cuarenta años de caminar en Egipto y en la montaña. Quizás hasta ahora caminaste por lugares que no te permitieron crecer, ni desarrollarte; pero el Señor siempre tiene una nueva misión para darte.

La vara:

“todo lo que tengas que no tiene vida, cuando lo sueltes en la tierra va a tener vida. A los ojos de la gente va a parecer un palo muerto pero se transformará en vida, si no te creen con un milagro, te van a tener que creer con otro”.

Tu vida es un milagro, no descuides los dones, el fuego, tu amor por el Señor. Algunos tienen sólo dones, pero otros tienen dones y pasión.

La mano leprosa:

“Si dejas ver mi poder, te creerán, tengo miles de maneras para mostrar mi gloria”. Cuando Moisés metió la mano en su seno, la primera vez la sacó leprosa, y la segunda vez estaba sana; por eso, si tu ser está sano tu hacer estará sano. ¡Lo que cambia el corazón es la Presencia de Dios! No luches con lo que piensa la gente de ti, simplemente muéstrales lo que Dios hizo en tu vida.

Lo que te sucede ahora, es señal de que vas a vencer a tu próximo enemigo

Un día Moisés tuvo que enfrentarse a unos enemigos,  él no peleó porque ya era anciano, pero levantaba sus brazos ayudado por otros dos hombres. Cuando tenía los brazos en alto, Dios le recordó cuando levantó la vara y se abrió el Mar Rojo, le recordó su última victoria.

Tienes que levantar tus manos por tus hijos, por los enfermos, por las deudas. No podemos pelear las batallas que tienen que pelear nuestros seres queridos,  ¡pero podemos levantar las manos por ellos!

Los que le levantan las manos a Moisés se llamaban Ur y Aarón. Ur lo único que hacía era levantar los brazos, su hijo Uri tuvo un hijo que se llamaba Bezaleel: significa “sombra”, que le hizo el tabernáculo a Dios,  ese hijo tenía las manos ungidas.  Un abuelo, o un papá que levanta las manos, van a bendecir a los hijos y a los nietos. Cuando levanto las manos por alguien algo se activa para mi casa. No hay que ir a la cima solo, sino con gente que te ayude a levantar las manos; Moisés estuvo doce horas con los brazos en alto.

¡Debes mantener tu confesión hasta la hora de la victoria!

¿Por qué aparece el enemigo en el camino hacia el sueño?

 Porque siempre andamos en “automático”. Dios permite eso, las batallas, para que rompamos nuestros propios límites. Él quiere que rompamos la maceta y así nos vamos a expandir. Tienes que  destruir las excusas; hay que romper el límite de la edad, de la apariencia física, de la falta de dinero; tenemos adentro nuestro al que venció todas las batallas.

Cuando tienes sueños nuevos, tienes enemigos nuevos, y cuando tienes enemigos nuevos, tienes milagros nuevos.

Voy a tener los brazos en alto hasta la hora de mi victoria; Moisés era anciano cuando alcanzó a concretar su sueño de ver a su pueblo libre de la esclavitud. La vejez no tiene que ver con la edad sino con la falta de sueños.  Dios te va a poner al pie de la batalla a ver si mantienes tu palabra, si mantienes tu confesión.

Moisés se sentó sobre la roca que representa a Cristo, porque él descansaba en el Señor; había aprendido la lección que tiempo atrás Dios le había dado: “¡yo voy a cambiarte el corazón para que tu ser esté sano y lo que hagas te salga bien!”.

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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