Devocional: Promesas

Promesas

Estoy segura que todos en algún momento de nuestra vida hemos hecho algún tipo de promesa, ya sea con nosotros mismos o con los demás. Es muy probable que de estas promesas muchas no las hayamos cumplido, es más…hasta podemos habernos olvidado de que las hicimos. Sobretodo cuando éramos niños y prometíamos portarnos bien o comernos todas las legumbres la próxima vez.

Pensando en esto mismo, hoy celebramos el cumpleaños de mi madre y cuando estábamos de pie una al lado de la otra en la iglesia pensaba en cómo era mi vida antes, cuando ella no estaba junto a mí viviendo a Dios de la manera en que lo vivimos hoy y no me cabía en el corazón tanta gratitud y emoción; Dios escuchó mi persistente oración por siete años para que ella estuviera en ese lugar a mi lado el día de su cumpleaños.

Me impresiona como es Dios, cuando uno menos lo espera Él llega con el factor sorpresa para desordenarlo todo y mostrarnos que nunca dejó de escucharnos, que si bien pudo haberse demorado, esta espera era precisamente para que cuando llegara lo que anhelábamos lo disfrutáramos aún más, tal como me ocurrió a mí con la conversión de mi  madre. Ese momento nunca más se olvida, porque produce un gozo inmenso que no se puede verbalizar, debe ser como el dar a luz de una madre que por nueve meses espera conocer a su bebé, la emoción embarga, no hay palabras, sólo sentimientos.

Tengo plena certeza de que si tú estás leyendo esto es porque eres alguien que cree en las promesas de Dios, no voy a redundar en que Dios es alguien que cumple Sus promesas, o que tengas paciencia en esperar que éstas se cumplan…te quiero invitar a que cuando la promesa se cumpla en tu vida LA DISFRUTES. No te pongas a pensar en la siguiente meta que deseas alcanzar, o a empezar a orar por la petición que ocupa un gran lugar en tu corazón, hazlo también, pero dedícale tiempo de disfruten al regalo que recibiste, a aquello que Dios te está concediendo después de tanto tiempo, de tanta oración y de tanta espera.

Muchas veces somos MUY agradecidos de Dios, pero somos poco “disfrutadores” o “gozadores” de lo que Él nos regala, cuando llega lo soñado a nuestra vida nos alegramos por un instante, pero luego todo vuelve a la normalidad y te pelas las rodillas clamando por la siguiente bendición.  Jesús fue alguien que siempre disfrutó las promesas de Su Padre, y en todo momento persistió este disfrute, aún clavado en un madero.

Cuando tú disfrutas de las promesas cumplidas de Dios,  Dios disfruta cumplir Sus promesas  contigo.

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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