Eres Libre, vive Libre
Juan 8:36 (Nueva Versión Internacional)
Así cómo un ciego que recupera su vista no se cansa de mirar nuevos paisajes, o aquél sordo que le es devuelto su oído se deleita con cada nueva melodía que escucha, de la misma manera aquellos que hemos recuperado nuestra libertad por medio de la sangre de Cristo nos debemos de gozar cada vez que hacemos uso de nuestra libertad en el Espíritu de Dios, y no debemos de tener ningún tipo de cadena.
Lo normal sería que aquel que fue cautivo y ya ha sido libertado jamás desearía volver a estar cerca de un calabozo, grilletes o cadenas. Más sin embargo en ocasiones el Cristiano permite que su corazón les recuerde por medio del pecado o por mantener muerte en su corazón. Las obras de la carne (adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas- Gálatas 5:19-21) merman la libertad que costó sangre, por lo que un Cristiano debe de despréndese de ellas para tener verdadera libertad. Es egoísta pensar que cualquiera de estas obras de la carne tiene más poder que la sangre de Cristo con la que ha sido lavado y limpiado un Cristiano; y obstinado sería pensar que el enemigo tiene a un Cristiano bajo un yugo que no pueda ser quebrantado con la sangre de Cristo. Por lo que, aquel que ya ha sido comprado por Cristo y no esté gozando de una verdadera libertad, solo debe de creer más en su corazón que Jesús ya lo hizo todo (Apocalipsis 21:6) y comenzar a disfrutar lo que le pertenece, una perpetua libertad.
El precio que se pagó por nosotros fue muy alto, la sangre derramada de Dios mismo para darnos paz y libertad. (Isaías 53:4-5). Por lo que, cada vez que perdemos nuestra paz o limitamos nuestra libertad estamos ofendiendo a Jesús, olvidando que Él ya pagó el precio. Por el contrario cuando le creemos y honramos Su sacrificio, Él nos inundará con esa paz que sin importar la situación que estemos viviendo guardará nuestros pensamientos y corazones. (Filipenses 4:6-7)
Eres Libre, entonces honra a aquel que te redimió disfrutando de tu libertad. Conviértete en esa obra maestra que el Dios Altísimo anhela, despréndete de aquello que merma tu libertad, no en tus fueras sino en el Poder transformador del Espíritu Santo. Si esto anhelas hoy, has conmigo esta oración:
“Señor Jesús, perdóname pues he permitido que mi corazón mantenga muerte en él. El precio que pagaste por mi paz y libertad fue el más alto. Permíteme honrarte viviendo una mayor santidad en el Poder del Espíritu Santo. Dame el entendimiento correcto respecto al Poder y Potestad de tu sangre preciosa que me ha dado verdadera libertad. Oro esto en el nombre de Cristo Jesús, Amen.”
Autor: Richy Esparza
Escrito para www.devocionaldiario.com – www.devocionalesderichy.com y www.cristodavida.com