Con lo que tenes en la mano

CON LO QUE TENES EN LA MANO

Uno de los anhelos más grandes de una persona, cuando acepta a Jesucristo como su salvador es poder servir. Somos instruidos en el propósito y comenzamos pero, a la primera situación difícil viene la desilusión, el desgano y luego el abandono de dicha tarea encomendada. Fluyen en nuestra mente y corazón las excusas válidas para justificar nuestro sentimiento de frustración.

Dice la biblia: Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Mateo 14:16-17 (VRV’60)

La gente había salido de las ciudades para oír a Jesús y buscando milagros de sanidad para sus vidas, estaba anocheciendo y los discípulos sugieren al Maestro que despidiese a la muchedumbre para que pudieran comprarse algo de comer antes que fuera tarde.

Dios quiere siervos de hecho y no de palabra. Nos enseña a usar lo que tenemos. La mayoría queremos desarrollar un servicio para Dios con todas las cosas que le pedimos, de lo contrario, nos desanimamos; con toda la mesa puesta, una congregación bonita, una alabanza espectacular; “trabajo pero dame el don de ser el mejor predicador”.

Pero el Señor quiere que trabajemos con lo que tenemos. Es decir, con lo que nos ha dado y en el lugar donde nos puso, donde estamos. Los discípulos miraron el gentío, calcularon la cantidad, vieron los panes y los peces y, es imposible, dijeron, nos estás pidiendo algo imposible. Quizás hasta habrán pensado “sabrás mucho de muchas cosas pero calcular no es tu fuerte, Señor…”. Tal vez tengas solo tu voz, un talento, tus manos, tus pies. Miras la congregación donde estás y no es numerosa, o no es lujosa, o estás rodeado de gente poco culta, o tengas un ingreso muy limitado. Lo que tenemos que tener siempre en mente es que Dios con poco, o mejor dicho, con nada puede hacer mucho.

Hay causas que no nos dejan usar lo que tenemos. Dice la biblia:

Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu. Eclesiastés 7:8 (RVR’60)

Hay un dicho popular que reza: “Grande es el arte de iniciar algo, pero mayor es el de terminarlo”. Debemos terminar todo lo que comenzamos porque es precioso ver la obra terminada, concluida. Sin embargo tenemos mucho entusiasmo en algo que nos motiva y luego si se atrasan los resultados o nos encontramos con alguna dificultad nos desanimamos y lo abandonamos. Para eso es necesario un cálculo, porque esto no hace estar conscientes de lo que nos espera.

Jesús concluyó todo lo que empezó. Comenzó un ministerio que tenía muy en claro que lo llevaría a la muerte y sin embargo lo terminó. Hay algo muy claro aquí; el terminar algo tiene un costo alto, pero debemos hacerlo.

Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega. Mateo 26:36-46 (VRV’60)

Nuestra confianza no debe estar en nuestras fuerzas o recursos sino en Dios. Él nos llamó, Él nos ayuda.

…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (…) Filipenses 1:6 (VRV’60)

Autor: Gustavo J. Iriart

Escrito para www.destellodesugloria.org

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