Hago lo que quiera con mi vida
Escrito por Lilo de Sierra
“Algunos de ustedes dicen: «Yo soy libre de hacer lo que quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana.”
(1 Corintios 10:23 TLA)
La liberación femenina ha distorsionado de muchas maneras el plan de Dios para nuestras vidas. Podrías pensar que estoy loca y que me gusta sentirme menos que los hombres, pero no es así, mi valor como mujer NO me lo da el listado de retos en los que supero a las personas del sexo opuesto, sino me lo ha dado Dios cuando tomó la decisión de sellar la creación con la majestuosidad e imponencia de nosotras las mujeres y hacerme parte de sus planes en esta hermosa tierra.
Creo que en parte los roles estipulados por Dios en la sociedad se han perdido, teniendo en cuenta que por nuestro afán de demostrar quién tiene más poder, centramos nuestra atención en acumular cosas materiales, posesiones y buena posición social, antes que ser mamás de tiempo completo, esposas abnegadas y como normalmente dicen “mantenidas” que dentro del argot del Señor no es más que el hombre cumplidor de su deber como proveedor y de la mujer como fuente de bien y no de mal para su hogar.
Te preguntas, ¿Por qué ha aumentado la tasa de asesinatos, divorcios, niños abusados, maltrato intrafamiliar, corrupción, violaciones, adulterio y la deshonestidad?, puedo decirte que son las consecuencias de una vida sin Dios, de una generación ignorante que no conoce las verdades y los mandatos escritos en la Biblia, personas que han tomado la decisión de vivir a su manera, de hacer lo que les da la gana, de tomar la justicia por su propia mano. Viven su religiosidad de manera hipócrita, diciendo que creen en Dios, pero queriendo agradarle al mundo, antes que a Él. No tienen el más mínimo temor al vivir a sus anchas, llevándose por delante a quien se pare en frente, pensando en sus intereses personales, sin ningún tipo de respeto por la dignidad humana.
Cada uno es libre de vivir como quiera, pero no todo nos conviene ni nos edifica. Nos llena de orgullo poder decir que lo podemos TODO sin la ayuda de un hombre, pero no nos empoderamos del linaje de princesas que nos ha dado Dios, cuando dejamos que pisoteen nuestra autoestima, haciéndonos sentir menos, porque no cumplimos sus expectativas de machos irrespetuosos.
Con frecuencia escuchamos que evitar los escotes y no usar minifalda es santurronería, que ser recatada es sinónimo de ser retrograda, pero para mi concepto personal es sabiduría, cuando se trata de cuidar nuestra dignidad como mujeres y hacer valer lo que hay en nuestro corazón sin tener que dejar al descubierto nuestra intimidad.
Con mucha tristeza veo mujeres casadas, que dedican tiempo precioso en redes sociales, tratando de demostrarle a otros hombres y mujeres que son bonitas y que aún despiertan deseo o admiración. Las fotos insinuantes no solo restan honra a sus esposos, sino que despiertan los malos pensamientos de lujuria e inmoralidad, haciendo que otras personas caigan en pecados tan terribles como desear la mujer del prójimo o la envidia, pecados que desagradan a Dios y que inevitablemente nos apartan de su voluntad y bendición.
Desafortunadamente para mí, yo también fui presa alguna de vez de esa necesidad absurda de verme atractiva, dejando ver mi piel y permitiendo que los juicios, críticas y comentarios morbosos, algunos en mi presencia, me avergonzaran por mi falta de prudencia. Conocía de Dios, iba a la iglesia muy juiciosa cada domingo y aun así, me dejé llevar por la rabia que me dio, que me dijeran que debía aceptar que ya no tenía un cuerpo adecuado para vestir un bikini y que se me notaban además de los años, los estragos de los embarazos de mis hijas. ¡Qué tontería!… me obsesioné, dietas extremas, ejercicio exagerado, puse en riesgo mi vida al someterme a una cirugía estética, olvidando que más allá del físico, hay algo más importante y es mantener la integridad de mi corazón delante del Señor.
“Como argolla de oro en hocico de cerdo
es la mujer bella pero indiscreta”
(Proverbios 11:22 NVI)
¿De qué nos sirve ser físicamente atractivas, si como personas dejamos mucho que desear? ¿Qué sentido tiene, tener medidas perfectas, si esa persona que amas y te exige tener cuerpo de modelo, comparándote con otros estereotipos de belleza, te somete y te esclaviza como si fueras una cosa, un trofeo y no te exalta por tus valores y principios?
Aquel que no te ama por quien eres, no te merece. ¿Quieres que te valoren, que te respeten, que te amen?… valórate, respétate y ámate a ti misma primero. ¿Quieres sentirte amada? Acércate a Dios, eres hermosa ante sus ojos, tesoro muy preciado; no te juzga, no te exige perfección, te respalda en los momentos de dificultad, te escucha cuando estás deprimida y te responde con palabras de afirmación, que te hacen sentir una mujer realmente valiosa.
Deja de buscar la aceptación del mundo, la aprobación de quienes te rodean, puedes vivir una vida victoriosa, sin rendirte a deseos ajenos, sin vender al mejor postor tu santidad, tu corona, tu pureza. Deja de creer las mentiras que Satanás te dice, rechaza esa voz en tu mente que repite una y otra vez, que no vales nada…lo vales todo… ¿No te das cuenta? Jesús dio su vida por ti y por mí, porque somos lo mejor de la creación…su sello personal…su firma está escrita en nuestra alma…
Para no olvidar…
“La hermosura es engañosa, la belleza es una ilusión;
¡sólo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios!”
(Proverbios 31:30 TLA)
Para Recordar…
“¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.”
(Lucas 12:6-7 NVI)
Escrito para www.destellodesugloria.org