Reflexión: ¡Te necesitamos Espíritu Santo!

¡TE NECESITAMOS ESPÍRITU SANTO!

Lectura: Hechos 1, 2, 3 Y 4

Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.

Más que un devocional, quisiera traer a sus corazones una reflexión respecto a la inmensa necesidad que tenemos del Espíritu Santo. Cuando leí estos capítulos del libro de los hechos, me sentí muy mal, pues notaba la gran diferencia entre lo que yo estaba viviendo y la vida de los primeros cristianos; y pensaba que definitivamente debería existir algo más, que yo estaba viviendo una porción de la plenitud que Dios quería darme y me estaba conformando con ello (no sé si comparte el mismo sentir); me refiero a que es maravilloso ver como se producían sanidades, prodigios, señales, como hablaban con un denuedo impresionante la palabra de Dios, como las personas sacaban a la calle a los enfermos para que fueran sanados, como el nombre de Dios quedaba en alto a través de estos fieles testigos de Jesucristo. Debo reconocer que en mi corazón se formó (espero que no me malinterpreten) una especie de envidia, “que tenían ellos que me falta a mí, yo quiero tener eso que ellos tenían ¿Qué me falta?” Luego, llegó a mi mente (sin duda por la intervención de Dios) la respuesta: ¡TE NECESITO ESPÍRITU SANTO!

Sería muy hermoso que todos pudiéramos decir juntos esta pequeña frase desde lo más profundo de nuestro corazón: ¡Te necesitamos Espíritu Santo! Debemos anhelarlo con todas nuestras fuerzas, él fue de quien Jesús habló que sería nuestro consolador, que de él recibiríamos poder, que nos guiaría a toda verdad, que sería el regalo que él nos daría para que no quedáramos solos, que sería nuestro acompañante; es más, Jesús dijo que es tan valioso, que era mejor para nosotros que fuera al cielo para regalárnoslo. Es impresionante la ignorancia que, como hijos de Dios, tenemos respecto al dulce Espíritu de Dios. Nosotros menospreciamos su poder y su obra en medio de nosotros, ignorando nuestra necesidad de él. Hoy es tiempo de decir a una voz: ¡TE NECESITAMOS ESPÍRITU SANTO!

1. Quita todo lo que estorbe su presencia en tu vida

Para poder ser llenos de él, primero necesitamos quitar todo aquello que le estorbe para hacerlo. Hay muchas cosas que no sabemos de nosotros mismos, pero él sabe todo de nosotros; pídele que te examine y te muestre aquello que hay en ti que no le agrada y luego quítalo de tu vida.

Toda idolatría debe ser quitada de tu corazón. Idolatría es poner en el primer lugar algo que no es Dios, puede ser un ser querido, un objeto muy preciado, el conocimiento, la fama, el dinero, tú mismo. ¡Quita de en medio de tu corazón todo ídolo, y pon a Dios en primer lugar! Solo así podemos ver a su Espíritu actuar en nosotros.

El orgullo, el miedo, la inseguridad y la duda, también estorban la obra del Espíritu Santo en tu vida. ¡Decídete a dejar todo en las manos de Dios y confía en él de todo corazón! Es decisión de cada uno; si dejarse manipular por sus pensamientos, o llevarlos cautivos a Jesús, obedeciendo su palabra. ¡No te dejes manipular de tu mente! ¡Obedece a Dios y confía en él!

2. Ama a Dios con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente

Amar es una decisión. Mira cuanto te amó Dios a ti, tanto que envió a su único Hijo para que muriera en lugar de ti, con el único objetivo de unirte a él mismo para siempre.

Ama al Señor con todo tu corazón, no con parte de él, sino con todo; ama al Señor con toda tu alma, no con parte de ella, con toda; ama al señor con toda tu mente, no con parte de ella, sino con toda. No ames a Dios con un poco de ti, ámalo con todo tu ser.

Amar significa dar; Dios dio a su Hijo por ti, tú debes darle a él tu vida, toda tu vida.

El deseo de Dios es estar unido con su creación, el deseo de su creación debe ser estar unido con su creador; no hay nada más maravilloso en todo el universo que esto: ¡Estar en la presencia de nuestro Padre celestial para siempre!

Confía en él con todo tu corazón, cuando tu mente quiera ponerte a razonar o a dudar, no lo hagas, confía en él, confía en su amor. ¡Él es fiel! ¡Él es el dador de vida! No escuches la voz del ladrón que quiere robar, matar y destruir; escucha la voz del pastor (Jesús) que te da vida y te la da en abundancia.

3. Ama a tu prójimo como a ti mismo

Dios nos manda a amar a nuestro prójimo. Dar una palabra de aliento, brindar ayuda al que la necesita, dar alimento al hambriento, dar vestido al desnudo, dar de beber al sediento, hacer con el otro como me gustaría que el otro hiciera conmigo si yo estuviera en su lugar; orar y bendecir al que me hizo daño, procurar el bienestar de los que me hirieron. Es difícil, pero si el amor de Dios en verdad mora en nuestros corazones y si queremos ser llenos del Espíritu Santo, debemos amar.

4. ¡Cree!

Creer es, también, una decisión; la decisión de confiar en aquel que me ha amado con amor eterno. Cuando éramos pequeños, confiábamos plenamente en nuestros padres, en su palabra y en sus promesas. Si nuestros padres, siendo malos, sabían darnos cosas buenas; ¡Cuánto más no nos dará nuestro Padre celestial a su Espíritu Santo!

Debemos confiar en él y en su palabra, ¡Él no fallará! ¡Él cumple sus promesas! Él es nuestro Padre, confiemos en él con todo nuestro corazón; admiremos su inmenso amor y estemos convencidos que aquel que nos amó tanto como para dar lo más amado para él, su Hijo único, por amor a nosotros, es fiel para cumplir su palabra.

¡CREE!

Recuerda que:

1. Debes quitar todo aquello que impida la llenura del Espíritu Santo en tu vida.

2. Debes amar a Dios con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente.

3. Debes amar a tu prójimo como a ti mismo.

4. Debes creer.

Autor: Juan Felipe Caro Valencia

Escrito para www.destellodesugloria.org

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: