La frescura de Su sangre
Cuando fui confrontado por mi conciencia por los pecados que había cometido en mi vida pasada el veredicto fue sencillo, culpable. Después de confesarle mis pecados a DIOS y pedirle perdón, mi alma esperaba un castigo inminente. Pasaron por mi mente las fechorías que había cometido y con tal de que desapareciera la culpa estaba dispuesto a pagarlo con castigo. Pero para mi sorpresa no lo hubo. Por el contrario Jesús me perdonó y cubrió mi culpa (Isaías 53:4-5). En vez de recibir lo que merecía por mis actos, recibí salvación y un nuevo comienzo por lo que Jesús ya había hecho. —Él llevó mi culpa y la tuya en la Cruz para darnos un fresco y nuevo comienzo.
Lo increíble acerca de la Cruz es que Jesús da gratuitamente un nuevo y fresco comienzo a todo el que lo reciba como Salvador. La sangre de Cristo es rociada en las conciencias de los creyentes para que éstos sean sin culpa ante DIOS (Hebreos 10:22). La sangre de Cristo tiene todo el poder para cerrar cualquier puerta del pasado, para borrar cualquier mancha en el alma y para quitar toda culpa. Pero hace falta creerlo de todo corazón. Cuando una persona nace de nuevo DIOS ve a un nuevo ser en lo espiritual. Con las cuentas en cero, no en números rojos de deuda, sino con la certeza de que cuando éste peque no será condenado si se mantiene en Cristo (Juan 5:24).
La gracia de Jesús es un regalo que se recibe para vivir en victoria sobre el pecado y la muerte (Romanos 5:17), no es algo que se obtenga por medio de obras, penitencias o castigos. La gracia concebida como un regalo inmerecido de parte de DIOS a Sus hijos es el mejor aliado en su crecimiento y salificación. Gracia inmerecida y sublime. Así como lo escribió John Newton en su famoso himno “Sublime Gracia”. DIOS toma a los esclavos y los libera, a los ciegos los hace ver, a los que eran piltrafas humanas les convierte en obras maestras, a los que eran culpables los declara inocentes. Así de maravillosa es la gracia de DIOS.
No andes por la vida cargando culpas que Jesús ya pagó y no recuerda más. El enemigo no tiene derecho de acusarte, Jesús le tapó la boca en la Cruz. Que nadie te condene, incluyéndote a ti mismo, por lo que Jesús ya pagó. Jamás esperes castigo, Jesús tomó el castigo que merecías para darte gratuitamente Su gracia.
Sumérgete día a día en la frescura de la sangre de Cristo y vive en victoria.
Autor: Richy Esparza
Escrito para https://destellodesugloria.org