Piénsalo de otra manera – Enamoramiento

Piénsalo de otra manera

Soy cristiana, soy soltera y me acerco a los treinta años. Todas esas cosas juntas en la misma oración parecieran ser como una alerta de “peligro” que se enciende y apaga cada vez que lo digo o escribo. Y es cierto, nuestra sociedad ejerce una tremenda presión sobre las mujeres cuando se cumple “cierta” edad y no se ha “cumplido” con aquello que se supondría ya se debería haber concretado: marido e hijos.

El mundo cristiano no está ajeno a esto y estas mismas presiones muchas veces son transmitidas a las mujeres quienes piensan que no podrán cumplir Su propósito si no es al lado de un hombre que las apoye y acompañe. Independiente de cuál sea nuestra opinión al respecto, la pregunta (y la búsqueda) más recurrente en el género femenino es “encontrar el hombre de Dios” para sus vidas, preguntándose (está bien, preguntándonos) si existirá “alguien” para ellas, si encontrarán a su complemento.

Como la mayoría de mis amigas está en el mismo rango etario mío, esta es un tema de conversación que está presente en nuestras juntas, salidas y pijamadas preguntándonos si lograremos encontrar lo que soñamos y a ese hombre que tiene aquellas cualidades que pensamos nos harían felices. Sin embrago, hace pocos días caminaba por la calle pensando en muchas cosas a la vez (como suele funcionar mi cabeza) y en vez de hacer esa pregunta, me cuestioné si yo era la persona que algún hombre pudiera querer, y si era la “mujer idónea” para ese hombre que esperaba.

En muchas ocasiones creo que empezamos el análisis al revés, pensamos en qué es lo que quiero de la otra persona, pero no me pregunto si yo estoy preparada para ser una buena compañera, para ser la ayuda idónea de alguien, o para ser la madre de los hijos de ese hombre que espero. Comienzo pidiendo algo, sin saber si yo primero estoy en condiciones de dar aquello que estoy esperando y exigiendo en otra persona. Claramente cuando pensamos la situación de esta manera cambia todo, ya no tengo que esperar que la otra persona “sea” lo que quiero, sino que yo tengo que “ser” alguien con quien una persona con las cualidades que le pido a Dios quiera compartir su vida.

Creo, honestamente, que uno de los grandes problemas que tenemos para encontrar a esta persona que esperamos, es que pedimos que ella sea algo que nosotras aún no somos. Pedimos una espiritualidad exagerada, cuando nosotras no hemos cultivado una relación profunda con Dios, pedimos paciencia cuando nosotras no la tenemos ni practicamos, pedimos que sea físicamente de tales características cuando criticamos a los varones porque sólo se fijan en el exterior y así una seguidilla de cosas, todos requisitos que ni siquiera nosotras hemos alcanzado.

Antes de pedirle a Dios que te conecte con aquella persona que creó para ti, pídele que te conecte contigo para descubrir aquello que debes trabajar para ser algún día la compañera de un hombre maravilloso. Transfórmate tú primero en una mujer extraordinaria y el hombre extraordinario aparecerá, te lo aseguro. Existe un principio en el que creo profundamente: lo semejante atrae a lo semejante. Una mujer fantástica atrae a un hombre fantástico. Una mujer que ama a Dios atrae a un hombre que ama a Dios…y así puedes continuar completando las oraciones…

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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