Corazón adolescente

Corazón adolescente

¿Alguna vez te ha pasado que estás en un  lugar y quisieras congelar el tiempo para poder quedarte más tiempo allí? Bueno, a mí me pasó, y me pasó hoy.

Junto a un grupo de adolescentes se nos ocurrió la idea de ir a visitar un Hospital en este día que es vísperas de Navidad. Sabíamos que el escenario permitía que la gente estuviera más dispuesta a escuchar nombrar a Jesús dentro de una conversación habitual, por lo que aprovechamos la ocasión, pensando en que lo que entregaríamos sería lo que permitiría que para ellos- quienes estaban hospitalizados- tuvieran una fiesta menos triste y con menos dolor. Pero, para variar, Dios tenía más planes para mí en ese lugar.

Caminábamos por los pasillos, yo con unas grandes orejas de reno sobre mi cabeza, un Santa Claus me seguía, más atrás chicos con sombreros típicos de Papá Noel, un vestuario poco habitual para estar en un lugar así. Comenzamos tímidamente, entramos a las salas, cantamos villancicos, repartimos dulces y oramos por aquellas personas que nos lo pedían, o bien, veíamos que estaban más enfermas. Durante todo ese tiempo, no podía dejar de maravillarme con lo que ocurría en ese lugar.

Éramos menos de 25 personas, y de ese total, casi las tres cuartas partes eran adolescentes. Sí, adolescentes, de esos que muchas veces pensamos que no les interesa nada, o que van a nuestras iglesias a ver a sus amigos, reírse y pasar el rato. Esos mismos adolescentes a quienes muchas veces llamamos la atención porque no adoran a Dios o le desobedecen a sus padres. Esos mismos, estaba allí, en un hospital en vísperas de Navidad, a la hora de almuerzo y con 23ºC fuera, un sol radiante y todo el día por delante.  Cuando hice este mismo razonamiento en una de las salas mientras cantábamos se me erizó la piel. ¿Qué estaba haciendo yo a los 12-13 años?. De seguro, no estaba pensando en cómo entregar un poco de la alegría que Dios me dio a otras personas, y mucho menos, pensaba siquiera en estar en un hospital. En ese momento pensé: “Ellos sí lo ha entendido”.

Los adolescentes de hoy están sometidos a mayores presiones de las que vivimos nosotros, ser cristianos no es popular, no les da mayor prestigio y, definitivamente, no los hace ser más aceptados por sus grupos, o más “bakanes”, como se dice en mi país. Pese a lo anterior, yo todos los sábados del año veo a un gran número de ellos asistiendo a la Red de Prejuveniles, aprendiendo más de Dios, de Su Palabra y de la forma de vivir que Él les propone. Cada sábado veo entrar adolescentes tristes, decepcionados de sus padres y de la vida muchas veces, pero con un corazón sencillo para entregar un mensaje sencillo y a la vez inmenso: que Dios nos ama a TODOS. Esa simpleza, esa candidez de la adolescencia me hace emocionar hasta las lágrimas, porque siento que verdaderamente ellos SÍ entendieron de qué se trataba todo esto, ellos no se quedaron con los adornos, ellos se quedaron con lo centrar: el amor de Dios.

Cada vez que tengamos la posibilidad de toparnos con algún adolescente que crea y siga a Dios, que sea para nosotros (los no tan adolescentes ya…) una motivación para creer en una Iglesia renovada y en una sociedad mejor. Ellos SON la generación que logrará los cambios, ellos SON quienes pueden producir revoluciones constructivas en distintos escenarios. Ellos son el motor de la sociedad y también de nuestras Iglesias. A veces son insoportables, es cierto…he trabajado con ellos durante 7 años sin parar y muchas veces me dan ganas de enviarlos de vacaciones (¡espero que ninguno de ellos lea esto!), pero cuando veo cosas como las de hoy, ese amor y dedicación que le dan a las personas, siento que todo vale la pena y que es necesario estar más con ellos e invertir vida en ellos, porque son la GENERACIÓN DE RENUEVO, quienes lograrán aquello que nosotros ni siquiera hemos rozado con un dedo de nuestra mano.

La invitación de hoy, es a que siempre que veamos a un adolescente, seamos capaces de ver el potencial en él y lo que Dios puede hacer a través de su vida. Que la energía de su juventud, la intrepidez de sus pocos años nos inspiren a ser capaces de entregar a otros el mensaje de Cristo de esta misma manera, sin tantos adornos, pero con mucho corazón. Y con un corazón soñador, dispuesto a aprender, apasionado, desafiante y extremadamente crédulo…con un corazón adolescente.

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: