Sin fecha de vencimiento

Sin fecha de vencimiento

Hace un par de semanas tenía mucho frío y lo único que quería era tomarme un café con un poco de leche, abrí el refrigerador (o la nevera), tomé el envase de leche y vertí un poco de su contenido en mi humeante café. Cuando comencé a revolverlo, noté una textura extraña y un olor aún peor, la leche estaba vencida. Revisé el envase y la fecha de vencimiento impresa confirmaba mi teoría, perdí casi un  litro de leche por no fijarme en la fecha de vencimiento…

En nuestra vida perdemos muchas oportunidades por no fijarnos en “la fecha de vencimiento” que éstas tienen, muchas veces por miedo aventurarnos o por la inseguridad que nos produce no tener todas las certezas que esperaríamos tener. Lo cierto es que  las oportunidades pasan por delante de nuestra nariz y si no estamos lo suficientemente atentos las perderemos y no volverán a repetirse. No volverán.

Esta situación ocurre en todo orden de cosas. Creo que nos hemos encontrado en más de una oportunidad con una película que narre la historia de dos enamorados, donde uno de los dos desaparece por miedo o inseguridad y cuando quiere volver a recuperar lo que perdió, se da cuenta que esa oportunidad tenía fecha de vencimiento y esta ya se cumplió.  No le quedas más que resignarse y aprender a aprovechar los regalos que la vida le da.

Si hay alguien que sin duda entendió esto de las fechas de vencimiento fue Jesús. Él sabía que la suya sería cuando tuviera 33 años de vida y estuvo dispuesto, desde el principio, a aprovechar cada instante que la vida le regalaba antes de que caducara su vida en la tierra. Desde pequeño marcó la diferencia, la Palabra de Dios dice que crecía en tamaño, sabiduría y gracia ante los hombres, lo que da cuenta de que Jesús estaba totalmente claro que las oportunidades se dan una sola vez en la vida y que hay que aprovecharlas. Jesús no se perdió ni un instante de su vida y en cada momento que tuvo, hizo lo que tenía que hacer y aún mucho más de lo que se podría haber esperado de alguien de “carne y hueso”.

Es muy probable que mientras leas esto, pienses en las oportunidades que te has perdido o en los riesgos que no has corrido por temor al fracaso o por la intolerancia a la incertidumbre. Es muy probable también que pienses que en muchas áreas y decisiones de tu vida ya se cumplió  la fecha de vencimiento, pero te tengo una muy buena noticia. Con Jesús ¡NO HAY FECHA DE VENCIMIENTO!  Las promesas que Él te ha hecho, por mucho que tarden en llegar, no vencen como la leche de mi congelador, son ETERNAS.

Con Cristo ¡TODO ES ETERNO! Y esto es algo extraordinario, porque quiere decir que aunque tú pienses que tu momento ya pasó, Él te dice que todavía hay oportunidades, cuando tú crees que lo perdiste todo, Él te dice que aún hay posibilidades de ganar…las promesas de Dios son sin fecha de vencimiento, nunca se acaban, nunca se agotan y ¡nunca huelen ni saben mal!

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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