El Arbolito
Como este árbol es la vida cristiana, en mi país solo existen dos estaciones, invierno y verano, pero en la vida de cada uno de nosotros pasamos por inviernos donde las lluvias de problemas no cesan, las tormentas de decepciones nos invaden, inundaciones de pruebas tenemos que pasar y también hasta huracanes de aflicción y tristeza quieren pasar y destruirnos, y nos quiere enfriar.
Por otro lado también pasamos veranos, donde se busca la ociosidad, y nos podemos secar. Para nosotros como buen árbol, debemos estar con los pies bien plantados, así debemos estar, con los pies bien puestos sobre la tierra pero con nuestra mirada en el cielo. Que aunque pasemos por inundaciones, lluvias, sequias, debemos ser como este arbolito que siempre ha permanecido, ahí, firme, bien plantado, que por mas veranos e inviernos y cambios que han pasado a su alrededor el NO HA CAMBIADO y a pesar que a veces lo he visto casi seco y otras veces verde, sigue están en pie, no lo han cortado, no ha perdido su hermosura porque sus raíces están firmes, así deben estar nuestra raíces de Fe, amor y fortaleza, permanecer en pie a pesar de las luchas, todo con la ayuda de Dios, porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece, su palabra dice con Cristo, no sin Cristo, o todo lo puede con un poco de Cristo, sino con El; ya que si le soltamos, nos empezaran a cortar las ramas, a secar y no volver a tener el verdor, a doblarnos, por eso no debemos enfriarnos espiritualmente, no nos sequemos, el secreto esta en permanecer de pie y con Dios por delante y de rodillas al amanecer, al atardecer y al anochecer, en invierno en verano, en otoño, en primavera, en la felicidad y en la angustia Y siempre permaneceremos y nada nos cortara las ramas ni las raíces de FE.
Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.
Jeremías 17: 7-8
Autora: Kari Gazo
Escrito para www.destellodesugloria.org