Murmuraciones a gritos

Murmuraciones a gritos

Por Lilo de Sierra

Murmuraciones a gritos

“Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida. Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano”.

(Filipenses 2:14-16 NVI)

Durante nueve años estuve aislada del mundo, lejos de mis familiares y amigos, sufriendo la vida; ¡sí!, la vida se sufre cuando te niegas a ser tu misma, pones tus expectativas de felicidad en la persona equivocada y colocas a Dios, no en el primer lugar, ni siquiera en el segundo, sino en el lugar más recóndito y escondido de la palomera del estadio más grande del mundo.

Fue a través de una red social motivada por mi hermana, que pude establecer de nuevo lazos con quienes tenía olvidados. Recuperé amistades que había dejado atrás, pude saber de mi familia y ellos pudieron saber de mí. Poco a poco fui recuperando la confianza en mí misma y me atreví a construir un nuevo proyecto de vida, que incluyera las personas más importantes de mi existencia, dándoles el lugar que merecían por el simple hecho de que si el Señor los había puesto en mi camino, era para dar cumplimiento a un maravilloso plan.

No puedo dejar de mencionar que lo que jamás imaginé y de una y mil formas negué, sucedió. Me daba una nueva oportunidad de creer en el amor, de arriesgarme a entregar mi corazón para poder gritar con toda seguridad que de las experiencias más terribles y dolorosas, aquellas en las que definitivamente tocas fondo, aparece Dios, para redimirte, salvarte y rescatarte milagrosamente de la soledad y de la muerte, utilizando todas las armas habidas y por haber, entre ellas la tecnología.

Para nadie es un secreto que las redes sociales no son ni buenas ni malas, todo depende del uso que les des. Pienso que existen en el buen sentido de generar amistad, construir relaciones y propiciar contactos afectivos; sin embargo, también son utilizadas para dañar a otras personas, dividir familias y causar polémicas sin sentido, que lejos de arreglar el país, forjan discordias políticas y familiares, a causa de terceros a los que ni siquiera les importa lo que sucede a tu alrededor, lo que piensas o sientas al respecto.

Hablar mal de los demás, atacar a nuestros gobernantes, apoyar lo que es condenable por el Señor en público es pecado.

“Hermanos, no hablen mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas la ley, ya no eres cumplidor de la ley, sino su juez”.

 (Santiago 4:11 NVI)

Un verdadero creyente, no es chismoso, no genera rencillas, pleitos, disensiones o provocaciones. Un seguidor de Cristo, propende por la paz y no se hace cómplice de la violencia, ni siquiera la virtual.

“El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos”.

(Proverbios 16:28 NVI)

Pierdes tiempo precioso y de calidad con tu familia, cuando te dejas llevar por la ociosidad con que las redes sociales invaden tu hogar.  Tu egocentrismo no te permite brillar y marcar la diferencia como un hijo de Dios, porque vives con la plena intención de encontrar seguidores y ´likes´ sin darle el crédito a quien ha hecho de ti el ganador que ya eres.

Buscas reconocimiento en el mundo y evitas todo lo que se incline a  Dios, ya que todo lo relacionado con ese tema, es fanatismo extremo, aburridor y te resta puntos de popularidad; pero déjame decirte que tu actitud solo abre puertas para que el enemigo use la envidia, los celos, las calumnias, la hipocresía, la necedad y la vergüenza, para destruir, robar, derribar y matar tus bendiciones.

“Y como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen; estando llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia; colmados de envidia, homicidios, pleitos, engaños y malignidad; son chismosos, detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados; los cuales, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican”.

(Romanos 1:28-32 NVI)

 

Escrito para www.destellodesugloria.org

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