Un Destellito En Las Manos De Dios
Un diplomático y banquero estadounidense viajaba en un tren, cuando acercándose el inspector le pidió su boleto. El pasajero llamado Dwight Morrow, buscó una y otra vez el boleto sin hallarlo, y avergonzado se lo dijo al funcionario, “no se preocupe, envíelo a la compañía cuando lo encuentre”, dijo el inspector. “Aprecio su gesto, pero tengo otra dificultad, no se hacia dónde voy”.
El Boleto de Tren
Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Hebreos 11: 16; Juan 14:2.
Si bien se podría calificar a Dwight Morrow como un hombre distraído, su experiencia nos es de mucha utilidad, expresó Destellito. Hay demasiada gente que no sabe hacia dónde va, ni mucho menos conoce el Camino, son personas que van sin rumbo, sin ninguna dirección. Así andaban las personas antes de Jesús, y miraban hacia el cielo creyéndolo inalcanzable, hasta que viniendo les rebeló algo de la máxima importancia, “en la casa de mi Padre”. El Señor, acercó el cielo de los cielos a los hombres, dándoles la oportunidad de tener conciencia de su destino, de saber exactamente que los espera una ciudad y un lugar para vivir. Son promesas de Dios, de las cuales todos los hombres pueden alcanzar por medio de la fe en Aquel que lo prometió.
Por Oscar Olivares Dondero
Escrito para: www.destellodesugloria.org