Lo que sostiene mi volar y mi correr es mi caminar con él
«Los que esperan en Dios tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán»
En el Salmo 121 el salmista está en Jerusalén y tenía que volver a la casa, tenía que atravesar montañas, allí había animales y ladrones y él se preguntaba: “¿de Dónde vendrá mi socorro?” y se contestaba “Mi socorro viene del Señor” porque Él ya ha caminado todo lo que a mí y a ti nos falta caminar. También dice: “no dará tu pie al resbaladero”: cuando camines por la montaña va a haber caminos resbalosos pero no te vas a caer, vas a caminar sobre situaciones que parece que vas a caer pero te vas a volver a levantar.
“No se dormirá el que te guarda”: los dioses paganos se dormían, los profetas de Baal gritaban para despertarlo. No necesitamos despertar a Dios, PORQUE ÉL SIEMPRE ESTÁ DESPIERTO.
“El sol no te fatigará de día ni la luna de noche”: se creía que la luna generaba enfermedades mentales, es la gente que tiene supersticiones. Dios te va a liberar de todas esas tonterías; porque ¡Tu socorro viene de jehová que hizo los cielos y la tierra!
“Es tu sombra a tu mano derecha”: es tu guardador de tu entrada y tu salida, te va a bendecir con familias hermosas, cumplirás tus sueños, te va a ir bien en todas las áreas.
No podemos cambiar a nadie, pero podemos cambiarnos a nosotros. Cada uno va a hablar de su propia carrera. Di: “nunca caminaré con gente complicada, porque esa gente me amarga”. Elige la gente con la que quieres conectarte, que te nivelan para arriba.
Usa tus ojos para enfocarte en tu sueño no para mirar a los demás. Nunca veas a los demás como víctimas, hay que tener compasión pero nunca lástima. No te pongas en víctima ni pongas en víctima a nadie. La lástima te hunde, y ¡tú eres hijo del rey!
Al tener intimidad con él serás libre de todas las ataduras.
La atadura de heridas de la gente que nos ama: Sansón estaba metido en una cueva, escondido, y vinieron los de su pueblo de Judá y lo buscaron para decirle: «Sansón, vos les prendiste fuego a los enemigos, ellos están muy enojados y nos quieren destruir a nosotros; entonces, por favor te tenemos que entregar. Déjanos atarte con estas dos sogas para que podamos llevarte con los filisteos. Si no, ¡nos van a matar a nosotros. Ellos eran los hermanos de Sansón y tenían que defenderlo, no atarlo; ellos sabían que Sansón había sido levantado para vengarlos, para defenderlos, pero en vez de cuidarlo, lo querían entregar al enemigo.
La única manera de romper esa atadura de las heridas es perdonando.
El dolor es un intruso en tu mente y perdonar es sacarlo de tu mente. Si no lo haces, tendrás dos problemas: lo que te hicieron más lo que ahora tú te estás haciendo a ti mismo. Perdonar no es olvidar, no es decir «no pasó nada», sino desatarte y no dejar que el pasado se repita en el presente y que el dolor del ayer te siga lastimando ahora. Perdón literalmente significa «desatarse». No importa lo que tu mamá o tu papá o la gente te hicieron, cuando perdonas, rompes esa soga y eres libre en el Nombre del Señor.
¿Por qué caminar está al final? Después que vuelas y corres no quieres caminar, pero es lo más importante, si yo camino con Dios, sabré volar y sabré correr, porque lo que sostiene mi volar y mi correr es mi caminar con él, es mi relación diaria, mi comunión. La arena en el zapato (los problemas) nos molesta y nos quieren quitar nuestra comunión, pero ¡los que son como las águilas perciben las tormentas antes de que lleguen y empiezan a volar más alto!
Por Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org