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“Quiero estar contigo siempre”

“Quiero estar contigo siempre”

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Ayer mientras descansa en mi habitación recostado en mi cama junto a mi hija Valentina de tres años y medio sentí un fuerte abrazo de parte suyo y con una voz dulce me dijo: “Papi, quiero estar contigo siempre”. Después de un día cansado, de mucho estrés, de diferentes pensamientos que rondaban por mi mente y que me preocupaban, escuchar su dulce voz decirme: “Quiero estar contigo siempre” me hizo quebrantarme en ese mismo instante y pensar en ese mismo momento que lo mismo deseo yo tanto con ella, pero también con Dios.

Escuchar a mi pequeña Valentina decirme esa frase trajo a mi mente en ese mismo instante el tiempo que llevo sin decirle lo mismo a mi Padre Celestial. Mientras mis ojos se humedecían y un nudo en la garganta aparecía, le dije a mi princesita: “yo también mi amor”, mientras mi alma sedienta se quebrantaba en una presencia hermosa de Dios en esa habitación, cerré mis ojos y le dije a Dios: “Quiero estar contigo siempre”, en ese mismo instante sentí el abrazo de Dios a través de su presencia y supe que me dijo: “Yo también”.

A veces vamos por la vida prestándole más atención a todo lo que nos rodea y nos olvidamos de lo más importante: “Anhelar estar con Dios siempre”. Y es que sabemos que Dios siempre está con nosotros, pero pocos son los que realmente anhela estar con Dios. Y cuando escribo esto hablo de esa necesidad que deberíamos tener de buscarlo siempre, de no dejar que los problemas que nos rodeen nos roben la atención que deberíamos tener fijando nuestros ojos siempre en Él a pesar de cualquier circunstancia que venga.

Quizá los últimos días has estado estresado o afanado por las situaciones que te han tocado vivir. Quizá poco a poco has descuidado el tiempo que antes tenías con Dios y todo ello te ha llevado a ser la persona que habías dejado de ser. Sin embargo hoy es un excelente día para dejar todo a un lado, olvidarte por un momento de todos los problemas que te rodean, ir a tu habitación o a ese lugar a solas con Dios, cerrar tus ojos, levantar tus manos y decirle con todo tu ser al Señor: “Padre, quiero estar contigo siempre”. En ese mismo instante una presencia hermosa del Espíritu Santo de Dios fluirá libremente en ese lugar, tu corazón quebrantado sentirá cómo tus fuerzas serán renovadas y como un hambre de su presencia volverá a tu vida.

Y es que cuando con un corazón sincero nos sumergimos en su presencia ocurren cosas maravillosas. Cuando después de un largo periodo de desierto decidimos volver nuestra mirada con humildad y sencillez de corazón al Señor todo el panorama cambia. Y es que lo único que a veces necesitamos es rendirnos a Dios, porque cuando reconocemos nuestras limitantes y reconocemos nuestra dependencia de Dios es cuando realmente cosas hermosas ocurren en nuestra vida.

Hoy es el día en el que podemos refrescar nuestra vida espiritual, un día en donde nuestras fuerzas pueden ser renovadas y en donde nuestra visión puede ser restaurada, lo único que se necesita es un corazón contrito y humillado que reconozca su deseo de estar CON DIOS SIEMPRE.

Dile hoy al Señor con sinceridad de corazón:

“¡Quiero estar contigo siempre!”

“Bendeciré al Señor, quien me guía;
aun de noche mi corazón me enseña.
Sé que el Señor siempre está conmigo.
No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
Con razón mi corazón está contento y yo me alegro;
mi cuerpo descansa seguro.
Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos
ni permitirás que tu santo se pudra en la tumba.
Me mostrarás el camino de la vida,
me concederás la alegría de tu presencia
y el placer de vivir contigo para siempre.”

Salmos 16:7-11 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Por Enrique Monterroza

Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org

Autorizado para publicarse simultáneamente en: www.devocionaldiario.comwww.enriquemonterroza.com y https://reflexionesydevocionales.blogspot.com