Fe es imaginarse algo jugando

Fe es imaginarse algo jugando

¿Saben quiénes tienen la fe más pura? Los niños. Un nene agarra un cochecito y lo mueve, hace el ruido y pasa su autito por encima, sabés ¿qué es eso? Eso es fe en estado puro. El nene está viendo un auto de verdad. ¿Qué tenemos que hacer nosotros? Volver a nuestra niñez. Fe es imaginarte tu sueño mientras te divertís; fe es que te imagines lo que querés lograr; El diablo no entiende fe, el diablo no sabe lo que es la fe, porque el diablo funciona por lo que ve. Cuando vos decís “lo que no veo lo voy a ver”, eso es fe. El diablo no lo entiende, por eso cuando apareció Jesús le dijo: “si eres hijo de Dios haz que las piedras se hagan pan.” pero Jesús le dijo: “vos querés ver, pero yo no funciono por lo que se ve sino por lo que no se ve.” El diablo es un espíritu caído, él no sabe lo que es fe. Cuando vos declarás que lo que no tenés, lo vas a tener, él no te entiende; cuando vos decís: “hoy no tengo la casa, pero la tengo porque la veo en el espíritu”, el diablo no te entiende.

A mí esto me hace recordar la tan conocida historia de David y el gigante Goliat. David era muy jovencito pero de un carácter avasallador y una fe determinante, él dijo acerca del gigante: “¿Quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?” Muchos conocerán esta historia cuando Goliat le hizo una propuesta al pueblo de Israel y lo logró intimidar, él dijo: “¿Para qué se ponen en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo y ustedes los siervos de Saúl? Escojan un hombre que venga a pelear conmigo. Si él pudiere  pelear conmigo y me venciere, nosotros seremos sus siervos: y si yo pudiere más que él  y lo venciere, ustedes serán nuestros siervos y nos servirán”. Los israelitas eran un ejército de hombres que “le tenían miedo al gigante”, no había ni siquiera uno de ellos capaz de hacerle frente.

De repente aparece en la escena David, que prestó mucha atención a lo que el gigante dijo, pero más aún se interesó por el premio que recibiría el que lo venciera, porque el premio consistía en recibir grandes riquezas, poseer a una de las hijas del rey y la exención de impuestos para su familia. David en ese momento SE IMAGINÓ QUE EL IBA A SER EL HÉROE. Él sabía que podía matar al gigante, y mientras soñaba con esto, uno de sus hermanos que estaba cerca, escuchó los comentarios de David y se molestó con él y le reprochó por estar ahí y también lo desanimó diciéndole: “Yo conozco la soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido”. Su propio hermano no creía en él, y el mismo rey le dijo: “No podrás ir tú contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud”. Siempre que estemos soñando con algo grande y desafiante, el diablo no tardará en mandar a alguien para que nos quite el sueño de nuestro corazón. Pero David siguió con su propósito adelante, él sabía que  podía enfrentar al gigante y derribarlo.

David tenía argumentos muy poderosos para tener tal confianza en sí mismo, él había matado osos y leones que querían matar las ovejas que él pastoreaba… “salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba…” Por eso dijo: “Jehová que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo”.

La fe funciona en dos planos: en Dios y en mí. Siempre que Dios imparte fe divina, ésta se mezclará con la fe que cada uno de nosotros tengamos sobre nosotros mismos. El problema de muchas personas es que creen en Dios pero no creen en que ellos puedan lograr todo aquello que se propongan.

Goliat durante cuarenta días los desafiaba dos veces por día, ¿pero por qué repitió tantas veces las mismas palabras? Porque el diablo te quiere convencer con su astucia. Lo que el diablo te repite es porque no se va a cumplir, ¡todo eso negativo no se va a cumplir porque el diablo siempre miente! El gigante dijo: “¿Qué te crees que soy yo que venís con palos?”. David lo había estudiado al gigante, que tenía espada, lanza y jabalina. Tenía una armadura pesada, era grande y justamente por eso no le podría errar. Pero pensó: “No voy a ir con espada a pelear porque seguro pierdo” Goliat lo ve chiquito y con un palo, pero David llevó el palo para distraerlo. Porque pensaba: “Dios me va a dar puntería, con un sólo tiro lo voy a bajar. Dios va a ungir mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra”.

Goliat lo maldijo por sus dioses. David se acordó que Jehová le dijo: “bendeciré a los que te bendijeren y maldeciré a los que te maldijeren”. Él había juntado cinco piedras del arroyo y también tenía una honda, y agarró las piedras que tenía y las escondió porque dijo: ¡Dentro mío hay armas de victoria!

Yo creo que él vería esas piedras como “si fueran grandes armas para pelear”, porque él era un joven adolescente, y su imaginación era muy grande, por eso Dios lo honró porque tenía la “fe de un niño” sabía que “con poco se pueden hacer grandes cosas” como aquel niño que llevó los dos panes a Jesús, creyendo que con eso se iba a poder alimentar a una multitud por eso, él fue quien se llevó las doce cestas llenas, porque sembró con dos panes, pero en fe.

Dios me va a dar ojos para detectar al enemigo y derrotarlo y tendré la exactitud, con un golpe cancelaré lo que me torturó por cuarenta días. La puntería que David tenía fue directo al huequito que el gigante tenía descubierto. Hay un lugar donde Dios te va a dar la victoria de entrada, Dios te va a dar autoridad con la Palabra de fe para derribar al problema. ¡Porque Él siempre honra la fe de un corazón confiado y sencillo como el de un niño!

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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