Un Destellito en las manos de Dios.-
El enojo de Moisés.-
Entre sacos de papas, cebollas, cajas de tomates, paltas, zapallos italianos, y frutas diversas, se había ocultado Moisés amurrado con su padre, dueño de una chacarería, por no haberle permitido comer una gran palta, que la imaginaba sabrosa. No podía entender Moisés, que habiendo tantas cajas con paltas, la que él deseaba comer, se la hubiera negado. Aún la tenía en la mano, pesaba sus buenos gramos, quizás unos trescientos o cuatrocientos; el color verde intenso, sin ninguna mancha, la cascara suave, algo porosa, que invitaba a sus dedos a apretarla con delicadeza, le hablaban a gritos que debía comerla. Eligió el lado a morder, y cuando sus dientes estaban por desgarrar la piel de la palta, oyó la voz de papá que lo llamaba, presuroso acudió aún con el fruto en sus manos. Sobre la mesa del comedor habían varias tostadas cubiertas a más no poder con palta preparada, su papá tomó una y se la dio a probar, Moisés la encontró deliciosa, tanto, que olvidó la que había estado a punto de comer. Su padre le explicó que prohibirle comer esa palta le habría causado un gran malestar estomacal porque no estaba madura.
Dice la Biblia, expresó Destellito rascándose la nariz, en Colosenses 3:20, “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor”. El Señor Jesús no le ha dado la autoridad a los hijos para decidir que se debe obedecer, o no. Moisés estuvo a punto de determinar no obedecer a su papá, poniendo en riesgo su salud. La Biblia enseña que se debe obedecer a los padres, quiere decir al papá y a la mamá, en todo. Si ustedes hijos, dijo Destellito poniendo cara de consejero, tienen en su corazón agradar a nuestro Dios, deben comenzar por obedecer a sus padres, concluyó.-
Autor: Oscar Olivares Dondero
Escrito para www.destellodesugloria.org