“Ladran, Sancho; señal de que cabalgamos”
Entre todas ellas, hoy recordé una en particular. Las Aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. La leí con gusto, ¡entendí todas las palabras! y la disfruté muchísimo a pesar del español antiguo en que está escrita y de ser una obra un tanto grande para este niñito de ese entonces.
Años más tarde, cuando cursaba Literatura Española I, una de las profesoras de la cátedra me trajo nuevamente el recuerdo de la obra. Y esta vez me mostró aspectos que por ser tan pequeño cuando la leí, se me habían escapado; como los dobles sentidos entre el humor y el sarcasmo que Miguel de Cervantes empleaba con el personaje de Don Quijote para referirse a ciertas situaciones. Uno de ellos es el que nos ocupa en el presente escrito.
Don Quijote venía a caballo con su fiel escudero Sancho. Unos perros les salieron al cruce y les ladraban amenazantes. Entonces, Don Quijote, le dice a Sancho: “Ladran, Sancho; señal de que cabalgamos”. Es una típica actitud de los perros.
Muchas veces nos ha pasado, que hemos emprendido un proyecto, iniciado un ministerio, de alguna manera y por la Gracia de Dios, BRILLADO en algo; en pocas palabras, comenzamos a cabalgar… y las voces de detracción, los ladridos de quienes nos buscan el punto débil, se han hecho sentir…
¡LADRAN, SANCHO, SEÑAL DE QUE CABALGAMOS!
Nunca te bajes de tu caballo. Si te ladran, es porque estás en camino. Los que ladran están por debajo tuyo, por eso lo hacen.
Autor: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.mensajesdeanimo.com