Mi Última Canción
La verdad es que tratar de relacionar la muerte con el cántico se vuelve un poco incoherente aparentemente, debido a que la lógica humana relaciona el cantar con felicidad, con alegría, fiesta, paz en el corazón, pero no con la muerte. Para nosotros la muerte de un ser querido nos trae dolor y tristeza y nunca felicidad, por lo tanto lo menos que deseamos hacer en ese instante en el que estamos por despedir a nuestro familiar es cantar.
Sin embargo como dato curioso de la Biblia encontramos a un personaje que al igual que el Cisne Mudo decide cantar ante la muerte.
Su hijo está a punto a morir por causas ajenas a él, lucha por muchas horas con la lógica para tratar de descubrir por lo menos un ínfimo motivo por el cual tiene que permitir que eso suceda aunque esta a su alcance evitarlo. Su hijo fue uno de los sueños más grandes por alcanzar en la vida, desde pequeño pensaba si se parecería a él, el nombre que le pondría, se imaginaba el día de su boda, y aunque fue hasta bien avanzado en edad que pudo mirarlo por primera vez, hoy se encuentra en la cima de un monte con su hijo, con el corazón hecho pedazos y con millones de dudas en su mente a punto de atravesarle un cuchillo para quitarle la vida; desearía escuchar alguna explicación divina por lo menos, pero precisamente este día el cielo ha decidido callar. No obstante Abraham dice:
“seguiremos adelante, adoraremos a Dios”
No se alcanza a entender, una cosa es cantarle a Dios en la iglesia, en nuestro grupo familiar, con la familia, antes de un devocional, pero, cantar ante la muerte, cantar antes de quitarle la vida a mi hijo, cantar por algo que cause mi dolor; si nos ponemos en las sandalias de Abraham tampoco entenderíamos este momento duro.
Pero Abraham conocía a Dios y había aprendido a obedecerlo antes que cualquier otra cosa, si bien es cierto que no sabía lo que estaba a punto de pasar lo que si tenía seguro era que Dios se merecía su alabanza no importando las circunstancias, no importando la muerte, no importando el dolor.
La Biblia nos enseña que Dios llevó a Israel al desierto para afligirlo, probarlo y para saber lo que había en su corazón (Deuteronomio 8:2). Los momentos de dolor, los momentos de desierto son los que nos hacen sacar lo que realmente hay en nuestro corazón. Cuántos de nosotros cuando estamos en el desierto de la vida sacamos amargura, resentimientos, malos pensamientos, reclamamos a Dios y cuestionamos su proceder.
Abraham sacó lo mejor de su corazón, lo que estaba por hacer era la peor catástrofe que le podía pasar pero el decidió adorar a Dios en medio de su desierto, en medio de su dolor.
Quizá sientas que estas a punto de morir, que no entiendes por que los días pasan y Dios no hace nada para socorrerte, que el horizonte que te habías trazado se ha nublado por completo y no alcanzas a entender como a pesar de tus súplicas el cielo sigue gris.
En estos momentos, ante la muerte, ante el dolor, ante la angustia, ante la soledad, en medio de la tristeza, desbordado de incertidumbre, inundado en la espera, es propicio para cantar tu última canción.
Abraham cantó su última canción, le dio a Dios lo mejor que le podía ofrecer: su adoración; por su parte Dios lo mira desde el cielo y escucha la melodía que sale del corazón de su siervo quien aun con lagrimas en sus ojos ve como el Creador corre en su auxilio para librarlo de ese angustioso momento.
La última canción representa que te rindes ante tu impotencia, que te arrojas ante los pies del Maestro reconociendo que aunque no entiendes el ¿por qué?, le has de adorar, implica que has intentado de todo pero que ha resultado en vano y decides recurrir al que si puede, denota que confías en las manos de aquel que no se le escapa nada y que estando aquí, en tu desierto, lo único que queda es abrir tus labios y decir: Jesús te Adoro, tú lo sabes todo.
Te animo a que si estas pasando por el desierto, si lo has pasado o cuando te toque pasarlo puedas sacar lo mejor de ti, saca tu mejor adoración, que tu corazón pueda brindarle a Dios la más bella melodía de tu alma, pero no cantes una canción que ya te puedes, canta tú canción, pero no dejes de cantar, no importa lo que pase al rededor no dejes de cantar. Dios hoy quiere escucharte.
Dile a Dios:
Señor mi Dios no importa lo que esté pasando, hoy derramo mi alma ante tus pies para decirte que te amo, que eres lo más importante en mi vida, que pasa lo que pase no dejare de amarte y que aunque pase por el valle de la muerte yo sacaré lo mejor de mí. Mi Señor tú lo sabes todo por eso en ti confío, en el nombre de Jesús, Amén.
Autor: José Eduardo Sibrián
Escrito para www.devocionaldiario.com