El fluir de nuestros pensamientos
Como seres humanos, nuestros pensamientos fluyen continuamente desde la “cima” de nuestra mente. Es que toda nuestra psiquis no puede escapar a las leyes del mundo natural en el cual se halla inmersa.
Los pensamientos, como el agua que fluye desde la cima de la montaña, tienden a crear caminos por donde correr formando con el transcurso del tiempo, profundos socavones por los que siempre pasa. Esto tiene mucho que ver con nuestra personalidad, con la naturaleza de cada uno de los seres humanos. Es lo que básicamente define nuestra forma de ser y por supuesto, nuestra forma de pensar.
Alguien dijo sabiamente: “siembra un pensamiento y cosecharás un acto”. Y tenía absoluta razón en este concepto. El cúmulo de nuestros pensamientos y las direcciones normales y habituales que estos toman en nuestra vida, definen nuestros actos, tanto los buenos como los malos; nuestra conducta, nuestra forma de conducirnos en todos los órdenes de la vida. Los buenos pensamientos generan conductas y hábitos saludables de vida. Los malos pensamientos, van con el tiempo, como el agua que baja de la cima de la montaña, creando profundos socavones en nuestra mente que nos llevan por caminos sinuosos, siendo los motores de malas decisiones, hábitos incorrectos, conductas conflictivas o destructivas.
Así como es tan difícil modificar el curso de un río que se fue formando lentamente con el transcurso de muchos siglos, así se torna dificultoso modificar las direcciones de ciertos pensamientos que conviven en nuestra mente generando malestar, a veces dolor, que nos llevan a cometer actos de los cuales alguna vez hemos tenido que arrepentirnos amargamente.
Es por ello que hoy es imperiosamente necesario comenzar a adquirir el hábito de poner cada uno de nuestros pensamientos en las manos de Nuestro Señor, para que El los lleve por caminos productivos y nuestra vida resulte edificada.
…derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
(2 Corintios 10:5 RV60)
Autor: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com