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Ilustraciones – La Pasta Dental

La Pasta Dental

Cierto día, preocupado por la forma en que mis jóvenes alumnos de la Escuela Bíblica, se trataban entre sí –sobre todos los niños varones– tuve la urgente necesidad de enseñarles en forma práctica y objetiva la exhortación de Pablo expuesta en Colosenses 4:6.- Era un desafío no menor, ya que había que usar la imaginación, recurrir a cosas que formaran parte de la vida cotidiana de los chicos y que vinieran a demostrar verdades irrefutables, además de lograr que las recordaran por mucho tiempo.

Era la época en la que los tubos de pasta dental se hacían de un metal blando, no de material plástico como en la actualidad. Una vez que se presionaba para extraer pasta, el tubo se deformaba y prácticamente no había forma de que volviera a recuperar su apariencia original. Mucho más difícil, resultaba introducir nuevamente la pasta dental dentro del envase, si se había sacado en exceso. 

Esto me dio una idea sobre cómo enseñarles a tratarse mutuamente con respeto y aprender a cuidar las palabras y actitudes hacia los demás.

Les dí el pomo y les dije a mis jóvenes alumnos que extrajeran un poco de crema en su dedo. Cuando varios de mis voluntarios ya lo habían hecho y el tubito estaba completamente deformado, les puse el desafío de volver a introducir en él la porción de pasta que habían sacado.

Entre risas y repetidos intentos sin poder conseguirlo, les leí Colosenses 4:6.

Ante las caritas de asombro, comparé esas porciones de crema que habían sido extraídas, con nuestras palabras y actitudes hacia los demás. Hay un doble efecto: una vez salida la pasta ya no se puede volver a meter de nuevo y el envase cambia de forma.

Con nuestras palabras y actitudes sucede exactamente lo mismo. Una vez emitidas, una vez salidas de nosotros ya no es posible “tomarlas y volver a guardarlas dentro de nosotros”. El pomo somos nosotros mismos. Una vez presionado para extraer crema cambia de forma y ya no es posible volver a dejarlo tal cual estaba. Su apariencia ya no volverá a ser la misma.

Hoy esta experiencia práctica ya no resulta tan evidente con los tubitos de plástico, pero sigue demostrando una realidad bíblica: que es imperiosamente necesario que seamos administradores de las actitudes y palabras que salen de nosotros hacia los demás. La crema del ejemplo de ese día obviamente se desperdició y ya no hubo manera de recuperarla, tal como las expresiones y acciones descuidadas, negativas, dañinas. Pero cuando esa simple operación de todos los días se realiza con un fin saludable como cepillarse los dientes, reporta un beneficio.

«Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno».

Colosenses 4:6 RV60

Autor: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.devocionaldiario.com