¿Cómo ser libre de la masturbación?
La masturbación es una de las principales razones por las cuales grandes siervos de Dios e hijas del Altísimo pierden su unción y les priva de la verdadera vida. La masturbación en los hijos de Dios repercute de una manera distinta que aquellos que no han recibido el mensaje de la salvación. Pues su espíritu está muerto. Pero en aquellos cuyas vestiduras han sido lavadas en la sangre de Cristo el realizar esa obra de la carne les acarrea muerte a su vida espiritual.
La masturbación es una atadura arraigada comúnmente desde la niñez o inicios de la etapa adolescente. En la niñez puede comenzar cómo juegos pre sexuales, los pequeños comienzan a experimentar placer al tocar sus partes y en muchas ocasiones le usan cómo un escape a la realidad que se vive en sus hogares. En la etapa adolescente muchos jóvenes le comienzan a realizar por influencias de compañeros de la escuela, cómo resultado de una sociedad bombardeada con imágenes de tipo sexual o porque reciben instrucciones de sus orientadores escolares que es una buena medida para liberar hormonas y evitar embarazos precoces.
Por lo qué antes de convertirse al Cristianismo la masturbación tal vez parecía algo lógico y normal. Pero una vez que esas personas se han convertido al Cristianismo existe una pelea entre el espíritu y las convicciones pasadas del corazón. El desprendimiento de este pecado puede ser difícil para algunas personas porque es algo a lo que están acostumbrados desde hace tiempo. Pero tarde que temprano tendrá que tomar la verdadera decisión de seguir lo que es vano o luchar por la verdadera vida.
La masturbación es un arma que utiliza el enemigo para robarle a los hijos e hijas de Dios lo que les pertenece: paz, gozo, tranquilidad de espíritu y vida en abundancia. La masturbación es alimentada por la lascivia, la mente de las personas víctimas de este pecado colecciona imágenes que estimulan su sexualidad haciendo concebir la semilla de pecado en sus corazones hasta que da a luz la masturbación en lo secreto. Aquí es cuando se produce la muerte en sus vidas, pues la consecuencia de su pecado es potencializada por la culpa. Esa voz interior que momentos antes le incitaba a saciar los deseos de la carne diciéndole que nadie es perfecto, ahora comienza a abofetearle con culpa. Acusándole de no ser digno de la sangre de Cristo.
Al igual que Adán y Eva las personas víctimas de ese pecado se comienzan a esconder de Dios. La culpa comienza a hacerles creer que el Dios de misericordia no les ve dignos y que ha decidido desecharles. Estas personas cuando se encuentran en sus iglesias no se sienten dignas de alabar, se sienten sucios de estar frente al altar. Y poco a poco se retiran de lo que les pertenece cómo hijos e hijas de Dios.
Si tú te has encontrado en esta situación hoy te tengo la mejor noticia. Dios no está airado contigo y lejos de quitarte lo que ya has recibido Él anhela darte mucho mucho más de lo que jamás imaginaste. Jesús, el mismo que te ha dado salvación está dispuesto a caminar contigo de la mano hasta que seas verdaderamente libre en Él. Pero para eso, tú tienes que comprometerte de todo corazón que darás tu mejor esfuerzo. Tu Padre Omnipotente ha mirado desde lo alto tu impotencia ante eso que para Él es solamente un mal habito, y lo quiere echar fuera sumergiéndote en su presencia. Si en verdad estás dispuesto a pelear con todo tu aliento y ser en verdad libre de ese pecado, entonces continúa leyendo.
Esta será la parte que te toca realizar para ser libre de ese pecado, haciendo tu mejor esfuerzo. Así cómo le hizo Jesús al ir a la Cruz.
1.- Arrepiéntete. Voltea tu rostro al cielo y pídele perdón a tu Dios. De la misma manera en que un hijo desprotegido y arrepentido busca alivio en los brazos de su padre. Ponte a cuentas con Él. Te sorprenderá el amor y misericordia con que te responderá.
Pues Él sigue confiando en ti, confía más en ti que tú mismo. Y te ve cómo un varón glorioso / princesa hermosa.
2.- Fortalécete Espiritualmente. Dedica tiempo a solas con Dios. Haz un hábito la lectura de su palabra. Sumérgete en la palabra de Dios, lee la Biblia de una manera ordenada, interésate por conocer más a tu Dios y su presencia echará fuera todo malestar de tu vida. Todas las noches antes de dormir entrégale el día que ha pasado, reconociendo errores y aciertos. Y agradeciéndole por su gracia. Pero jamás te sientas culpable por lo sucedido en un día, solamente reflexiona e intenta ser mejor. Cada mañana agradécele al Señor por todas tus bendiciones, hazlo aunque te parezcan algo sin trascendencia: agradece por un día más de vida, agradece por haber sido rescatado de las tinieblas, agradece por tener alimento y un techo dónde vivir, agradece por la familia que está con vida, agradece por tu salud. En lugar de levantarte enumerando lo que te falta, mejor levántate contando cada una de los regalos que te da Dios y bendice su nombre por ello.
Además ayuna, que esto te dará más poder para ser totalmente libre. Comienza a hacerlo un habito, al principio intenta medio día, después un día completo. Si padeces de alguna enfermedad o condición física diferente consulta a tu medico en lo referente si eres apto o no de hacerlo.
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”
Isaías 58:6
3.- Cuida tus ojos. Todos los días en las mañanas orarás a Dios pidiéndole que proteja tus ojos y que les guarde de ver aquello que te hace daño. Tal vez en el transcurso del día sin planearlo voltearás a ver imágenes que no te deifican, no te sientas culpable solamente voltea tu mirada y sigue avanzando. Durante el tiempo en que estés en este proceso evitarás ver programas, películas, revistas, páginas de internet que tengan material que incite al pecado. Guarda tus ojos y así guardarás tu corazón.
4.- Solo avanza. En este proceso encontrarás obstáculos. Eso que te ha atado tal vez intensificará sus ataques contra ti, y el enemigo lance dardos envenenados a tu mente.
Pero, pase lo que pase tú no debes temer y debes de seguir avanzando. Debes tomar esta promesa de victoria que el Señor hoy te da: Aunque pases por las llamas no te quemarás, ni siquiera te chamuscarás.
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
Isaías 43:1-2
Debes de tener la certeza de que aunque el fuego aumente su intensidad, nada te pasará. Y al contrario en vez de desanimarte por recibir ataques, debes de estar más gozoso y seguir avanzando con la certeza de que cada vez está más cerca tu galardón.
5.- Nuevas vestiduras. Declara constantemente estás promesa de Dios sobre tu vida, con entendimiento al recibir tu nueva identidad principalmente para tu mente.
“Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas.”
Zacarías 3:4-5
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
2 Corintios 5:17
6.- Da tu mejor esfuerzo. Todo lo que el Señor tu Dios pide de ti es que des tu mejor esfuerzo. Practica estos consejos lo mejor que puedas y aléjate de situaciones que comprometan tu santidad (estar a solas en lugares y horas que propicien el pecado, propasarte con tu pareja, aléjate de platicas que te contaminen etc.). Huye del pecado, no te acerques al pecado para que no te alcance. No te expongas a situaciones de riesgo. Permítele a Dios darte la corona de vida que te ha prometido.
Tal vez en este proceso puedas caer y para esto Dios te da de su gracia y misericordia. Más sin embargo tienes que dar tu mejor esfuerzo y no pecar deliberadamente, pues esto fortalece el pecado. Recuerda que cada vez que caes retrocedes parte del camino que has avanzado por lo que es crítico no caer. Con el paso del tiempo voltearás hacia atrás y te darás cuenta que ese pecado ha desaparecido de tu vida. Al ir avanzando Dios que es bueno te permitirá ir palpando la corona de vida que ha reservado para ti, y aquellos ataques del enemigo que antes tenían fuerza se volverán insignificantes. Pues el enemigo se anida en la carne y mientras más avances en santidad el perderá su poder en ti y tendrás más paz.
Por último has conmigo está oración:
“Señor Jesús, te pido perdón por haber mantenido en mí ese pecado. Hoy tengo entendimiento que solo desprendiéndome de el tendré la verdadera vida que has prometido para mí. Te ruego que envíes poder de lo alto que me sustente para salir vencedor en esta prueba. Te pido que envíes destellos de tu gloria y me permitas comenzar a palpar mi galardón. Permíteme vivir en justicia y amarte sobre todo. Ayúdame hoy a aprobar esta prueba, pues tu sangre preciosa me ha lavado para darme verdadera libertad. En el nombre de Cristo Jesús, amen».
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”
Santiago 1:12
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Autor: Richy Esparza
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