Desde la tumba
Luis Urzúa Iribarren, un topógrafo de 54 años, jefe de turno a cargo del grupo de obreros en el momento de desencadenarse la tragedia, se perfiló como un líder formidable. En medio de la incertidumbre de los primeros 17 días hasta que fueron hallados, infundió ánimo y esperanzas a sus compañeros. Durante los 70 días que duró la odisea organizó grupos y turnos de trabajo, racionó la comida del refugio y estableció una disciplina en el grupo a su cargo. Hoy, tanto los expertos de la NASA llegados para asesorar a los técnicos chilenos, como autoridades de su país y equipos de rescate de todo el mundo, reconocen que las decisiones de Luis fueron vitales y fundamentales para la supervivencia del grupo atrapado a 700 metros bajo tierra.
En razón de su liderazgo fue el último de los 33 que abandonó la mina, con lo que pasó a ser el ser humano que más tiempo ha permanecido en esas condiciones. Un récord para el libro de Guiness en el que seguramente nunca pensó, ya que en todo momento se dedicó al bienestar de sus compañeros.
Otro de ellos, José Henríquez, fue reconocido como el guía espiritual del grupo, por su fe en Dios y convicciones. Luis y José, enterrados junto con el resto de sus compañeros a 700 metros de profundidad, fueron complemento uno del otro. La capacidad de liderazgo de uno y las convicciones y esperanzas del otro además de ser absolutamente necesarias para hacer frente a tremenda odisea, constituyeron un verdadero milagro de Dios para todos esos hombres.
33 mineros. 33 años se cree que Jesús vivió en esta tierra como ser humano. Sus enseñanzas y la Gran Comisión que nos dejó, bien podemos resumirlas en este pensamiento de Martín Lutero: “No es a Cristo andando sobre el mar, Su Andar cotidiano es lo que somos aquí llamados a imitar”, escribió.
Como cristianos, hemos sido llamados a dar aliento y esperanza. Con fe y valor a estar por sobre las circunstancias, a ser luz en la oscuridad; hasta que, tal como el rescate de los mineros, Cristo venga desde lo alto a sacarnos de la tumba y oscuridad que es este mundo.
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”.
(Mateo 5:14-16 NVI)
Autor: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com