Mi Salvador te puede salvar
Romanos 10:13
Había llegado a un punto en el que estaba dispuesto a probar lo que fuera con tal de ser libre. Había asistido con un padre a confesar mis pecados, había ofrecido sacrificio a un santo, me le había hincado innumerables veces a una de tantas vírgenes, había rociado mi cuarto y mi persona con “agua bendita”, había asistido a terapias y grupos de recuperación y nada, en lugar de acercarme a la anhelada salvación y a un poco de descanso, parecía que me perdía en el abismo de las tinieblas y que el enemigo se había salido con la suya.
En eso, fui llamado por la voz de la esperanza. Fui invitado por mi hermano a conocer a su Salvador en un retiro espiritual. Él había asistido a ese retiro hacía un mes, y desde entonces él era otra persona. Mi Salvador te puede salvar, él dijo. -Si no es él, nadie más podrá.
Había llegado a la encrucijada más difícil de mi vida, una vez más tenía que estar dispuesto a creer y pelear por mi salvación. Con la mente hecha añicos, con un alma atada al terror nocturno, con un pasado poco decoroso y estando en la antesala del Seol; Él me miró y me llamó.
“No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador” Isaías 43:1-3
No era un sueño, era real. Él me había llamado y quería salvarme, pero tendría que enfrentarme a mi más grande enemigo: Yo.
Ahora dependía de mí, tendría que enfrentar mi realidad, tendría que reconocer que había pecado, tendría que reconocer que le había hecho daño a mi familia, tendría que reconocer que había hecho mal uso de todos los dones que recibí al llegar a este mundo; sin más, tendría que reconocer que no había sabido cómo vivir.
Esta parte de la más difícil de la salvación, a nadie le agrada reconocer que ha sido pecador, a nadie le agrada sacrificar el orgullo; más solo así seremos limpios de nuestra maldad, y finalmente veremos la luz.
“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” 1 Juan 1:9
Al estar confesando mis pecados, quise desistir. No podía soportar lo que estaban escuchando mis oídos. Mi realidad era imperdonable. No podía sostenerle la mirada al jurado. Con vergüenza les evadía, estando yo seguro que no merecía la salvación.
Pero mi Salvador, tenía otros planes. Se interpuso yendo más allá. Dándome su amor y mostrándome lo que estuvo dispuesto a hacer para que yo fuese libre. Él llevó mis culpas, pagó por cada uno de los pecados que aquél día confesé, regalándome un nuevo comienzo. Aquél día quedé blanco cómo la nieve y fui salvo; el que había estado tanto tiempo perdido fue encontrado y no fue hallado culpable, porque su Salvador detuvo el juicio que merecía.
Aquel de quién yo hablo, es Jesús mi Salvador, y si tú quieres también a ti te puede salvar.
Querido hermano, sí tú deseas esa salvación de la que hablo y ese anhelado descanso para tu alma, ¡Cree de todo corazón!. Arrepiente de todo corazón, enfréntate a ti mismo y reconoce los pecados que has cometido, reconoce que no has sabido cómo vivir; y pide a Dios que te perdone. Sí has decidido dar ese paso de fe y arrebatar tu salvación, repite lo siguiente:
“Dios mío y único Dios, sé que he quebrantado tus leyes y que mis pecados me han separado de ti. Estoy sinceramente arrepentido y ahora quiero apartarme de mi pasado pecaminoso y dirigirme hacia ti. Por favor, perdóname y ayúdame a no pecar de nuevo. Creo que tu hijo Jesucristo murió por mis pecados, resucitó de la muerte, está vivo y escucha mi oración. Invito a Jesús a que se convierta en el Señor de mi vida, a que gobierne y reine en mi corazón de este día en adelante. Por favor, envía tu Espíritu Santo para que me ayude a obedecerte y finalmente te pido que en el nombre de Jesús me devuelvas la vida, amén.”
Sí has sido valiente y escogiste un nuevo comienzo, te felicito por la mejor decisión que has hecho en tu vida. Te invito a que leas estos versículos acerca de lo que acabas de hacer. También te digo que es imperativo que busques una congregación Cristiana donde reconozcan el principio de la salvación por arrepentimiento de obras muertas y reconozcan la existencia del Espíritu Santo y sus manifestaciones. Si tienes alguna duda, envíanos un correo a alumbramicaminarhoy@gmail.com y te podemos encaminar.
Dios te bendice hoy, que hay fiesta en el cielo por ti.
“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”
Romanos 5:8
“Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”
Romanos 10:13
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”
1 Juan 1:9
Autor: Richy Esparza
Sitios: devocionalesderichy.com y cristodavida.com