Soñadores
Salmos 37:4
Nació en una familia muy numerosa y conocida por casi toda la ciudad, ambos habían esperado con tanta emoción su nacimiento, rogaban a Dios para que él les concediera la dicha de tenerlo entre sus brazos lo más pronto posible, hasta que el tan anhelado día llegó; su carita de inocencia y ternura hacía que en ambos padres se dibujara una sonrisa de satisfacción y de gozo. Mira es hermoso igual que su madre dijo el papá mientras observaba el resplandeciente rostro de su orgullosa esposa quien se había convertido en madre por primera vez, la cual con lágrimas en los ojos daba gracias al Creador por haberse acordado de ella.
Todos los tíos, primos, hermanos, cuñados y familiares más cercanos celebraban la bendición que Dios había enviado a esta pareja, era una total alegría. Sin duda alguna este niño tenía un buen futuro por delante, padres que lo amaban y deseaban lo mejor para él, hermanos con quien jugar, amigos con quien compartir experiencias, una ciudad completa que sabían que había venido a este mundo por un milagro de Dios.
Años más tarde cuando ya era todo un joven, luego de una larga jornada de trabajo con su papá, eran como las ocho de la noche cuando después de despedirse de sus papás y haber dado gracias a Dios por su día vivido, se fue a dormir; esa noche Dios tenía preparada una gran sorpresa para este joven, algo que iba a cambiar el curso de su vida, esa noche mientras dormía Dios le da una visión de su vida futura, lo que habría de llegar a ser, en lo que se convertiría, el propósito del Supremo Creador para su vida. En dicho sueño Dios le muestra que habría de ser una persona de renombre, alcanzaría la cima del mundo, personas se postrarían a sus pies, incluso su familia misma estaría rendida delante de él.
Al siguiente día al despertar lo primero que hizo fue correr a la habitación de sus padres porque quería contarle cada detalle del sueño que había tenido, sus hermanos con cara de incertidumbre se acercaron a la puerta de la habitación para lograr escuchar lo que su hermano les decía; luego de escuchar todo su relato los papás de este joven pensaron que se trataba nada mas de una mala digestión sin embargo a sus hermanos mayores no les cayó en gracia pensar que algún día estarían pidiendo misericordia a su hermano menor.
José, todos hemos escuchado su historia en repetidas ocasiones y sabemos que luego de ese incidente las cosas se complicarían para él, sus padre seguían consintiéndolo más sus hermanos lo detestaban, mismos que se las ingeniaron para matarlo ya que era grande el odio hacia el joven soñador, lo metieron en un pozo, luego mejor decidieron venderlo y posteriormente se inventarían una excusa para hacer por desaparecido a su hermano; estando en Egipto es vendido para el servicio de Potifar, estando en su condición de servidumbre es acusado de violación por la esposa de Potifar, el cual lo envía a la cárcel.
Hoy por hoy hay miles de José por todo el mundo, en especial en latinoamerica, algunos que saben para lo que Dios les ha llamado y otros que ni siquiera saben para que están en esta tierra, jóvenes que han perdido su visión; algunos de ellos suelen referirse a su condición de pobreza y de falta de oportunidades como razón para no seguir pensando en un futuro mejor para ellos y sus familias. Datos arrojados por la Naciones Unidas infieren que para el año 2012 el 75% de las personas de latinoamerica tendrán menos de veinticinco años de edad, por lo tanto significa que estamos a las puertas de la generación juvenil más grande de la historia, entonces no podemos darnos el lujo de que estos jóvenes entren en la generación de los faltos de sueños, de los que dejaron de soñar porque de todas formas a nadie le importa nuestra vida. Muchos hemos dejado de lado nuestros sueños y deseos más profundos, quizá por que alguna vez fracasamos en el intento o por que no creyeron en nosotros al igual que la familia de José no creía en él, o porque nos fue mal en el amor, porque me despidieron del trabajo, o quizá peor aun por que piensen que Dios nunca los va a usar como ellos siempre han querido. Si hay ocasiones que no le hayas sentido a la vida y a lo que haces es porque no estás viviendo tu sueño, si algo me gusta y me esfuerzo por aplicar a mi vida de este José de la historia del Génesis es su determinación, su fe y actitud.
Quizá te encuentres en el pozo donde no alcanzas a ver nada, quizá estas en la cárcel donde la frustración, la soledad y la tristeza son tus únicos acompañantes según tú. José también estuvo en ese lugar y lo primero que se le venía a la cabeza cada vez que escuchaba las voces que le decían que no iba a poder cumplir sus sueños era la visión que Dios le había dado aquella noche; es que si Dios dijo que habría de bendecirte lo va a hacer, si Dios te ha prometido que te va a usar lo va a hacer, si Dios te ha dicho que vas a sanar lo va a hacer, si Dios dijo que ganarías el juicio lo va a hacer, si Dios ha prometido que no te va a faltar nada lo va a hacer, si Dios ha dado promesas para tu matrimonio o tus padres él lo va a hacer, si Dios te ha predestinado para cosas grandes no lo dudes por favor porque Dios lo volverá a hacer. El llamado de hoy es para levantarnos de donde hemos caído y no darnos por vencido, tenemos retos por delante pero sepamos que cada circunstancia que llega nosotros por difícil que parezca nos ayudara a escalar un peldaño más.
Si bien es cierto que los momentos que vivió José fueron duros y amargos en cada lugar donde estuvo, pero él sabía que cada vez estaba más cerca de su futuro.
Escribe alguien que en muchas ocasiones se ha sentido frustrado por las cosas que pasan y por algunas que no pasan, ha habido días que me he olvidado de mis sueños y me he abandonado en la tristeza a cauda de mi impotencia, pero es ahí donde Dios me hace recordar el sueño de Jesús, un camino difícil y casi imposible de recorrer, rodeado de críticas, humillación, traición, soledad, haciendo el bien y recibiendo el mal como pago, ayudando y siendo herido, perdonó pero fue azotado, dio amor a cambio de espinas y dolor, y aun en su agonía levanta su vista al cielo para pedir por mí, luego vuelve su mirada y me mira fijamente con el amor con que me vio nacer, con el mismo amor con el que me creo, y puedo leer en su mirada las tiernas palabras que solo un redimido puede entender…«mi sueño… eres TU.”
Si has dejado tu sueño retómalo una vez más, recuerda que nada podrá apartarte de propósito de Dios para tu vida excepto tu misma o tu mismo. El tamaño de tus sueños es el tamaño de tu Dios.
Soñar es declarar que el gran amor de Dios puede hacer realidad los más íntimos deseos del corazón.
¡¡¡No dejes de Soñar!!!
Autor: José Eduardo Sibrián
Escrito para www.devocionaldiario.com