No necesitas tener la culpa para pedir perdón
Efesios 4:32
El día de hoy leyendo los comentarios que me dejaron en el escrito titulado: “¡Que hablen en mal de mí!”, me llamaba la atención la pregunta de una chica que decía lo siguiente:
“¿Debería pedirle perdón a tales personas a pesar de que yo no les este haciendo nada malo? Es que tengo el deseo de hacerlo pero a la vez no, porque pienso que no debo hacerlo porque yo no soy la que está teniendo malas actitudes sino al contrario estoy siendo yo la agraviada. ¿Qué piensas acerca de esto?”
Lastimosamente no puedo contestar con un escrito todas las preguntas que me hacen, pero esta vez quiero hacerlo debido a que considero que hay muchas personas con la misma interrogante y debido a que yo mismo en algún momento de mi vida me pregunte lo mismo y he aquí lo que hice:
Era el año de 1998 cuando una joven declaro que yo había hecho algo en contra de ella, ¿Qué era lo que había hecho?, pues hasta ahora, 12 años después nunca supe lo que supuestamente le había hecho. Según ella yo había hablado de ella haciéndola sentir mal, algo que nunca hice, pero que ella aseguraba que era así. En ese entonces mis lideres sabían muy bien como era mi comportamiento y ellos estaban seguros que las cosas no eran como la chica decía, pero aun así yo me sentía un poco incomodo, pues no quería que por algo que supuestamente yo había hecho ella se sintiera mal y dejara a de asistir a la Iglesia.
Recuerdo muy bien, ese día luego de llegar de estudiar, me fui a un lugar a solas, ore y le pedí al Señor que me diera la humildad necesaria para ir y pedirle perdón, aun cuando yo no había hecho nada. Recuerdo que mi cuerpo temblaba porque yo antes de venir a Cristo había sido un orgulloso de primera, humanamente no concebía la idea de ir y pedir perdón por algo que no había hecho y mucho menos humillarme delante de esta persona solo por satisfacerla.
Pero el Espíritu Santo que está dentro de mí me redargüía y me hacía sentir que debía ir y pedirle perdón aun cuando yo no tenía la culpa.
Luego de orar por un buen momento, me decidí a ir a la casa de la chica. Recuerdo que toque la puerta y para mi sorpresa fue ella directamente la que pregunto: “¿Quién?”, sinceramente yo esperaba que no estuviera para excusarme de que yo había ido pero ella no había estado, pero no, Dios quería que ella estuviera ahí y que fuera ella personalmente la que respondiera al toque de la puerta. Con un poco de pena y temor a la vez respondí: “Yo, Enrique”, ella rápidamente cambio su voz y me dijo sin abrir antes la puerta: “¿Qué quieres?”, con una actitud repugnante, en ese momento tenía que decidirme entre irme a mi casa sin decir nada, al fin y al cabo yo no había hecho nada malo, pues eran solo inventos de ella, ó enfrentarme a esta situación y pedir perdón por algo que nunca hice, pero que Dios había de bendecirme a través de esa acción.
Tome fuerzas, y le dije que me permitiera hablar un momento con ella; abrió la puerta y con una cara de pocos amigos se dispuso a medio escucharme, cuando tuve el momento adecuado le dije: “Quiero pedirte perdón si he hecho o dicho algo que te daño, no quiero estar así, eres mi hermana y como tal debemos estar bien entre nosotros, se que a Dios no le agrada esto, por eso quiero pedirte que me perdones”, sinceramente en ese momento note que no era el mismo Enrique de antes, Dios estaba cambiando mi vida, El estaba quebrantando mi orgullo que por muchos años había tenido, a la vez estaba sintiendo una paz en mi vida que sobrepasaba mi entendimiento, ella me respondió con una cara entre sorprendida y enojada: “Esta bien te perdono”, esas palabras para mi fueron como un bálsamo, como una grúa que me quito un enorme peso de encima, por fin ¡Era Libre! De esa situación.
Lastimosamente la chica me perdono de labios, pero ella siguió por un tiempo medio enojada conmigo mí, pero a mí me libero completamente. Fue ahí donde comprendí lo siguiente:
1. No se necesita tener la culpa para pedir perdón.
2. El pedir perdón te quita un enorme peso de encima y te hace libre, aun cuando la otra persona quiera o no perdonarte.
3. Al que se humilla, Dios lo exalta. (“Jehová exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra”. Salmos 147:6)
Por tal razón este día quiero invitarte a que si en algún momento sientes el hecho de pedirle perdón a alguien, ve y hazlo, pues no se necesita tener la culpa para pedir perdón y si lo haces Dios ha de bendecirte en gran manera, porque eso es lo que Dios quiere para nuestra vida, que tengamos un corazón humilde y sencillo que anhela cada día estar bien con El.
Pueda que algo este robando la paz de tu corazón y es que quizá necesitas urgentemente pedir perdón, por tal razón ve y sumérgete en el rio del Espíritu de Dios antes, luego pídele que te de las palabras indicadas y el momento idóneo para ir donde esa persona no en tus fuerzas humanas, sino en la fortaleza del Señor para pedirle perdón, cuando lo hagas Dios se derramara aun mas en tu vida, porque observara la disposición de corazón que tienes para estar bien con Él y con los que te rodean.
Pueda que la persona a la cual le pidas perdón con sinceridad, no te perdone, pero eso ya no es cuestión tuya, tu parte es ir y pedir perdón, ahí tu serás libre, si la otra persona te quiere o no perdonar, no tiene nada que ver ya contigo, TU HAS HECHO TU PARTE y Dios te premiara por eso.
Para pedir perdón lo único que se necesita, es un corazón humilde y sincero y un deseo ferviente de agradar a Dios.
Autor: Enrique Monterroza
Escrito para www.enriquemonterroza.com – www.devocionaldiario.com – www.destellodesugloria.org