ROMPIENDO EL CASCARÓN
Me propuse no darme por vencida y a la primera oportunidad decidí sacar un tiempo más de lo acostumbrado única y exclusivamente para Él, sin preocuparme por el trabajo, sin pensar en el estudio, apartada de mi familia, amigos y en un lugar alejada del ruido, sólo fueron 2 días pero me hubiese encantado seguir.
Oré y oré… me acordé de mi antes y lloré; me conmueve tanta misericordia, veía que antes nada tenía sentido trataba de sonreir, frustrada, amargada, fingiendo una vida feliz en medio de muchos errores y ahora sólo alababa su nombre a más no poder y le agradecía todo lo que borró de mí, me hizo nueva ya del pasado nada queda.
Le canté, le recité y le pedí que viniera a mí, que lo nesecitaba; pero era tarde, antes de que lo pidiera Él ya estaba conmigo, me dí cuenta que Él también deseaba que le dedicara más tiempo de lo normal, que estaba ansioso de abrazarme, que quería escucharme pero tambien que lo escuchara, tanto es así, que no fuí yo quien hizo lo posible por sacar más tiempo para Él, era el Espiritu Santo enviado por mi Rey acomodando todo para que ese momento se diera; lo recuerdo y se me llena el estómago de mariposas, su amor es tan desbordante que lo pude percibir a cada instante mientras me abrazaba.
Pedí que me dejara con Él y respondiendo con esa voz dulce me decía “tarea tienes aquí» Y sabía bien a que se refería, (Juan 1:7-8)
Estos momentos enfrascados en dos días han marcado la diferencia; Verán yo sabía que las cosas habían cambiado en mi vida después que acepte a Jesús en mi corazón pues lo reflejaba, ya no tenía las mismas costumbres, ya no practibaba las cosas que antes eran mi pan diario pero que me dañaban, ya no había rabia dentro de mí y el dolor menguaba, era una prueba real de que Jesús restauraba mi vida, pero yo no me sentía conforme aunque estaba feliz deseaba más, un año de oración diaria me daba fortaleza y estoy segura de que Él lo tuvo encuenta para que este momento llegara,veía mi esfuerzo pero quería un poquito más y el hecho de haber decidido aceptar su invitación por dos días era lo que hacía falta. ¡Salí del casacarón!. “Nada en mí será igual”.
Cuando se acepta a Jesús un nuevo ser dentro de nosostros comienza a desarrollarse, somos como un “huevo” el cual es fecundado por la palabra de Cristo (Isaías 55:11), luego y en su etapa de desarrollo empieza el ciclo de restauración, creciendo hasta ser un polluelo alimentandose de los nutrientes del cascarón es decir la palabra de Cristo (Juan 14:23), pero aquí viene lo más importante, cuando el polluelo llega a la edad deseada debe hacer fuerza para romper el cascarón y continuar con su crecimiento (Josué 1:7), aquellos que no lo logran son débiles, sus alas se pegan al cascarón y se ahogan por el cansancio al ejercer fuerza para salir; esta es la etapa en la cual se produce cansancio Espiritual, la pérdida del Camino, la pérdida de la meta, cuando dejamos que la adversidad consuma los sueños que en alguna ocasión nos trazamos, hay un don pero no se desarrolla con el fin que fué dado, cuando se decide no seguir, cuando se vuelve atrás (Pecado); contrario a lo que se logra después de salir del cascarón, pues ya comienza otra etapa de crecimiento al lado del Padre quien permanentemente resguarda a sus hijos (Salmo 36:7) como lo es una madre con sus polluelos hasta lograr que éste crezca y fecunde sus propios polluelos, es decir, el Padre nos dá ese crecimiento deseado hasta lograr que podamos fecundar su palabra en otros y consolidarlos para hacer que ellos tambien crezcan y se siga este precioso ciclo teniendo en cuenta el ejemplo dado por el Padre y alimentándonos continuamente del Espíritu Santo. Lee (Juan 15:1-9, Hechos 1:8).
¿Deseas salir del Cascarón?,
Da un poco más de lo que acostumbras al Padre.
Autora: Lady Ruiz
Escrito para www.devocionaldiario.com