Cierra Tus Ojos y Confía
Acá en Puerto Rico, hace unos años atrás se presentó un comercial que decía: “Cuando cierras los ojos es porque confías”. Presentaban a una pareja de novios dándose un beso con los ojos cerrados. ¡Qué romántico anuncio! Recuerdo que un día platicando con una amiga hablábamos de lo necesaria que es la confianza en una relación de cualquier índole. Una relación en la que no haya confianza, tarde o temprano fracasará. Es por eso tan importante que tratemos de nunca defraudar ese vínculo que nos une a otras personas, porque cuando una persona pierde la confianza en alguien es muy difícil recuperarla nuevamente.
El diccionario define la palabra confiar de la siguiente manera: “Esperar con seguridad y credulidad que algo suceda o que alguien se comporte como se desea”. Humildemente pienso también, que la confianza es un lazo estrecho que se acrecienta con el tiempo entre personas que se conocen. No confiamos en cualquiera, nos fiamos solamente de aquellas personas que pensamos o creemos que no nos defraudaran. Lamentablemente y a veces, por más precavidos que tratemos de ser pasamos por experiencias que hacen que nos detengamos a considerar si de verdad deberíamos depositar nuestra confianza en X o Y persona. Pero no es menos cierto que existen seres especiales a los que podemos acudir sabiendo que no nos decepcionaran. Porque ellos nos lo han probado con su fidelidad.
Una amiga muy querida, hace unos años, estaba tomando unos cursos para especializarse como maestra de educación especial. Recuerdo sentirla muy asustada porque una de las pruebas finales para pasar el curso, era dejarse guiar por un ciego e ir a caminar ciertos lugares con los ojos vendados. Siguiendo solamente las directrices que ese ciego le daba. Nerviosa y expectante logro vencer el reto. Aquel ciego la dirigió bien porque conocía muy bien toda la ruta. Es que a veces para trascender tenemos que dejar de mirar con nuestros ojos y observar con el alma.
Nosotros muchas veces quisiéramos tomar la iniciativa, hacer las cosas según nuestra manera o punto de vista. Nos gusta dirigir a todo el que podamos, pero no nos gusta muchas veces que nos dirijan a nosotros. Sin embargo Dios te pide que cierres los ojos y deposites tu confianza plenamente en él. Es el momento de que lo dejes actuar, de que dejes de intervenir y dañar lo que está por completarse. Porque cada vez que intentas hacer las cosas a tu manera, retrocedes todo aquello que has avanzado. Y eso retrasa todo lo bueno que estás por recibir. Tu tal vez te encuentres atemorizado porque te sientes en un callejón sin salida. Porque por más que lo intentas no ves una luz al final de tu túnel. Pero Dios no quiere que te dejes dirigir por lo que ves o sientas. Esto es algo que va más allá de las emociones. Es una certeza, es una voluntad que te domina y te impulsa a sentirte seguro entre sus brazos. Ningún pensamiento o persona que quiera robarte la paz, podrán prevalecer porque tú sabes que cuando confías en él es más que suficiente para que todo te salga bien.
Porque Dios tiene el dominio de la naturaleza, el cielo, el mar y todas las cosas. Porque cuando confías es porque sabes que esa persona no te hará daño ni usará nada en tu contra. Sientes esa serenidad y hasta cierto punto protección. Cerrar los ojos es dejarte llevar de la mano por el Señor. Es caminar a su paso, a su velocidad y con firmeza. Es ampararte en su cobertura sabiendo que todo a su tiempo ha de llegar. Es lograr crecer en fe y en experiencia. Cerrar los ojos es creer que Dios obrará y tomará el control de cada asunto de tu vida para lograr que se cumpla su propósito en ti.
Autora: Brendaliz Avilés
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