Afrontando el Reto con Responsabilidad y Valentía
Existe un viejo refrán que dice: “hay que tomar el toro por los cuernos”. Y este se refiere a asumir el rol o la responsabilidad cuando nos corresponde. Hay momentos en que no es el momento de delegar, sino de actuar nosotros mismos, de tomar nuestras propias decisiones.
A través del libro de Ester y de su vida, podemos aprender varias cosas. Creo que una de las más importantes que podemos considerar y que más destaca es el tema de la responsabilidad. Y cuando mencionamos la palabra responsabilidad, nos referimos a lo que conocemos como el deber o la obligación. En está vida tenemos muchos privilegios, pero también junto con esos privilegios, vienen las obligaciones. Para tener autonomía o independencia, hay que saber actuar con responsabilidad.
Es tan impresionante observar que en el libro de Ester no se menciona la palabra Dios o Jehová y sin embargo lo vemos obrar a través de cada página y cada detalle que allí aconteció durante ese momento de la historia. Se hacen reales las palabras del proverbista Salomón cuando dice: “engañosa es la gracia y vana la hermosura. La mujer que teme a Jehová, esa será alabada”.
No hay dudas de que en ocasiones, la belleza puede abrir muchas puertas. Pero también debe tener un propósito. La hermosura acompañada de inteligencia puede ser un arma poderosa. A mí me parece que Ester además de ser una mujer muy bella e inteligente, poseía algo todavía más importante: una gracia y sabiduría que provenían de Dios. Poseía elegancia y aplomo dignos de ser imitados. Como dice Salomón: “el principio de la sabiduría es el temor a Jehová”. Ester tenía ese temor a Dios. Ella fue escogida para marcar los tiempos de su generación y trascender a través de la historia cristiana. Me parece que tenía elegancia, cordura, humildad. Tenía una posición, pero no dejo que su posición de reina le subiera los humos, ella no se enalteció.
En la preservación del pueblo judío de aquel tiempo, Ester y Mardoqueo jugaron un papel muy significativo. Ellos asumieron un rol muy importante porque se atrevieron a arriesgar su pellejo. Su vida estaba expuesta, pero a pesar del temor o miedo que pudieron sentir, no se intimidaron. Hicieron lo que tenían que hacer. Hay un momento clave donde Ester tuvo que tomar una decisión muy importante que la involucraba no solamente a ella, sino que involucraba a muchos. Dios depositaba sobre sus hombros la responsabilidad sobre la preservación del pueblo judío.
Yo no digo que Ester no sintió temor. Estoy segura que sí por la respuesta primera que le dio a Mardoqueo. No obstante, cuando Mardoqueo le envía a decir las palabras que hemos utilizado para dar inicio a este escrito, tomó conciencia del deber que tenía. Pese a que sabía el riesgo que había en ir a visitar al rey sin ser llamada, decidió que era la única forma en que ella podría tratar de salvar a su pueblo. Si ella no actuaba con determinación y con prontitud, si hacía caso omiso del sufrimiento que estaba pasando la gente de su pueblo, Dios enviaría liberación de otra parte, como le había dicho Mardoqueo, pero sobre su conciencia quedaría la sangre de aquel pueblo. Y la conciencia es algo que no podemos callar, porque nos habla muy fuerte.
Sin embargo cuando Ester recibe aquellas palabras de Mardoqueo, decide asumir el riesgo. Pero podemos notar que proclama o levanta un ayuno. Y aunque no menciona la palabra Dios, por lógica sabemos, que cuando ayunamos, ofrecemos sacrificio y pedimos ayuda o intervención de Dios para algunas cosas en específico. No ayunamos en vano. Dios nos da dirección y propósito. Vemos que después de ese ayuno, Ester se presentó ante el rey Asuero y fue escuchada. Creo de todo corazón que Dios había comenzado a preparar el corazón de Asuero sin siquiera él imaginarlo. Pues Dios siempre mueve las piezas y sabe lo que hace. Dios iba delante de Ester, de tal manera que el rey estuvo receptivo a lo que ella le dijera y también a lo que le pidiera. Se pudo planificar una estrategia y el pueblo judío pudo defenderse ante el edicto que se había promulgado y preservarse. Dios les dio la victoria a Ester y a su pueblo.
Como creyentes, no nos podemos intimidar. El miedo no nos puede paralizar. Cuando debemos asumir una posición o tomar una responsabilidad, hay que hacerlo con valentía y prudencia. Si Dios te ha enviado a hablarle a las almas, a llevar Su palabra, a atender y ayudar a los más necesitados, tienes que confiar en el que él va contigo. Busca su rostro en oración, llénate de él y camina como el rey o princesa de Dios que eres. Muévete bajo sus designios y propósitos. Encuentra en su presencia las fuerzas para cumplir la misión para la que fuiste encomendado.
Si Ester hubiera poseído solamente belleza o inteligencia, tal vez no hubiera logrado lo que logró. Pero Ester estaba en el centro de la voluntad del Señor. Tenía a Dios en su corazón, él era el eje principal de su vida y su norte. Ella sabía que no podía fallarle a Dios y a un pueblo que esperaba la valentía de que ella hiciera algo. Pero así como Mardoqueo le dijo a Ester, “no puedes callarte, tienes que hacer algo”. Nosotros tenemos que poner la acción por obra. No es el momento de estar sentados o sin hacer nada, cuando hay muchas vidas que todavía no le han aceptado ni le conocen. Hay todavía mucha gente que se pierden sin salvación. Dios nos dio un mandato y lo tenemos que cumplir. Él promete estar con nosotros y premiará la fidelidad que tengamos.
Tú puedes ser hoy el o la Ester de nuestros tiempos. No necesitas un palacio o ser un rey, solo necesitas disposición, presencia de Dios en tu vida y ser obediente. ¿Estás preparado para marcar los tiempos?
Autora: Brendaliz Avilés
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