Un Amor Ilimitado
Si existe alguna cosa sobre la cual yo vivo muy agradecida de Dios es por mis padres y hermana. Estoy convencida de que son la mayor bendición que Dios me ha otorgado. Son mi fortaleza e inspiración para seguir adelante y son quienes me impulsan a luchar y trabajar por esos sueños que quiero alcanzar.
Hoy es un sábado normal, la mañana se siente tan tranquila y fresca. A pesar de que tengo un catarro tremendo y un dolor de muelas increíble, siento en mi corazón una cobertura, una llenura especial de Dios. Me animo a escribir con mi corazón este escrito que quiero dedicar de forma especial a mi padre Héctor.
Desde pequeña, mi papá me enseñó a amar a Dios sobre todas las cosas. Me instruyó y me hizo saber que el mayor éxito que yo pudiera obtener no sería suficiente si faltaba Dios en mi vida. Pienso que gracias al buen ejemplo que he tenido de mi padre, sus cuidados, afecto y paciencia son los que me han enseñado a yo poder comprender y recibir el amor de mi Padre celestial.
La Biblia muestra diferentes ejemplos de padres que amaron a sus hijos de forma entrañable. Puedo mencionar a Job, que ofrecía sacrificios a Dios pidiendo perdón y misericordia por si alguno de sus hijos había pecado. Eso muestra el grado de interés que Job, como padre amante y preocupado por la salvación de sus hijos tenía. Me parece que Job anhelaba que sus hijos fueran reverentes y reconocieran que todo lo bueno que tenían provenía de ese Ser Supremo que habita en los cielos.
Abraham esperó tantos años para ver cumplida la promesa de que Sara diera a luz a su hijo Isaac. Entre Abraham e Isaac había una relación muy estrecha. Observamos a un Isaac obediente y sujeto a su padre Abraham. Me parece tan interesante, como Abraham sabiendo que ya no le quedaban muchos años de vida, envía a su siervo a buscar esposa para Isaac. Isaac tenía unos 40 años y todavía no se había casado. Como en aquella época los hombres vivían más tiempo que ahora, a los 40 años podríamos decir que Isaac estaba en la primavera de su vida. Pero si a Isaac le hubiera tocado vivir en estos tiempos, el reto que le hubiera tocado enfrentar al estar soltero a esa edad no hubiera sido fácil. Posiblemente, lo hubieran acusado de ser un “mamas boy”, quizás lo hubieran tildado de mujeriego que no quería compromisos o quien sabe si hasta lo hubieran tachado de homosexual. Pero allá estaba Isaac, quién sabe si en sus oraciones con Dios platicaba sobre cómo le gustaría que fuera la mujer de su vida. Y vemos a un padre amante que hace jurar a su siervo que encontraría entre la parentela de Abraham, una esposa para Isaac. Conocemos la historia hermosa de cómo Dios tenía todo acorde a Su plan. Y el siervo consigue a la mujer ideal para Isaac.
Pero, me conmueve profundamente ese amor tan grande que pueden llegar a sentir los padres por sus hijos e hijas. Que ellos se preocupan por que la pareja que uno vaya a escoger sea la correcta, la adecuada. En aquellos tiempos los padres buscaban esposas y esposos para sus hijos e hijas, esa era su cultura y su tradición. Aún existen países donde esto se acostumbra. Como joven doy gracias a Dios que ahora uno puedo escoger con quien se quiere casar, pero siempre es importante contar con la aprobación de Dios y con la de tus padres, pues ellos solo desean lo mejor para ti.
Otro padre que llama mi atención es Jairo. Un hombre aparentemente acomodado, tenía buena posición social, pero cuando un hijo se enferma, a veces, no hay dinero ni posición social que ayude. Este hombre a mi parecer era inteligente. En algún momento, él tuvo que haber escuchado hablar de un Jesús de Nazaret que hacía milagros extraordinarios. Ni corto ni perezoso fue en busca de la única persona que podría hacer algo a favor de su hija casi moribunda. Me asombra hasta donde pueden ser capaces de llegar los padres por amor a sus hijos. Jairo fue perseverante, obtuvo el milagro anhelado para su hija. Aún después de muerta, Jairo tuvo fe de que Jesús podía hacer algo por su hija.
Cuanta indignación me produce como muchas veces denigran o subestiman la figura paternal. Algunos se atreven decir que “madre solo hay una y que padre puede ser cualquiera”. Pero eso no es cierto, padre también solo hay uno. Culturalmente se nos ha enseñado a ver el padre como la figura fuerte y hasta insensible. Lo vemos como el proveedor, como el que pone la ley y el orden y se nos olvida de que muchas veces salen a trabajar hasta enfermos para traer el sostén a su familia. Tal vez muchos hijos, no han visto llorar a sus padres, pero no saben las lágrimas que derraman secretamente allá en un lugar escondido o ante la presencia de Dios.
Jesús presentó un ejemplo del amor de un padre hacia su hijo cuando relató la parábola del hijo pródigo. Como recibió a su hijo apestoso, como le perdonó a pesar de haber cobrado su herencia y haberla malgastado. Aquel padre hizo fiesta por su hijo que estaba perdido, alejado y llevando una vida denigrante. Definitivamente, las Sagradas Escrituras, revelan el carácter de un padre amante. El proverbista y rey Salomón hablaba en sus dichos de cómo su padre David le había enseñado el temor y la reverencia a Dios. Vemos en algunos pasajes de la Biblia como sufrió David cuando a sus hijos les sucedía algo. El dolor que le causó Absalón cuando se reveló contra él.
¡Qué dolor debe sentir Dios cuando nos revelamos contra él! Cuando no le obedecemos ni entendemos sus designios. Cuando no comprendemos sus preceptos, cuando tomamos en poco una salvación tan grande. Cuanta decepción debe sentir cuando un hijo que le conoció y en su nombre hacía proezas, se aparta y se olvida del amor que Él le ofreció. Me parece ver brotar lágrimas de sus ojos cuando ante las situaciones o pruebas de la vida, dudamos de su poder o su existencia. Cuando a causa de nuestras palabras o actitudes invalidamos su sacrificio o le negamos. Cuando por causa de nuestro testimonio otras vidas no pueden conocerle. Cuando atravesamos un valle oscuro y deseamos morir, me parece que una lanza se atraviesa en su costado, porque Él nos dio la vida para que la disfrutáramos. Porque como Padre amante Él desea que confiemos en que Él esta cerca a pesar de que en muchas ocasiones no lo podamos sentir. Porque Dios desea que nuestro compromiso con Él no sea circunstancial ni emocional, sino genuino. Que tengamos fe en que él está fraguando un plan más alto y excelente para nosotros.
Y cuando pienso en mi padre terrenal, a veces se me salen las lágrimas, compungida de tanta ternura. De ver todos los sacrificios que ha hecho por mí. De observar como aún cuando no merezco que tenga misericordia de mí porque he obrado de mala manera, se conmueve y tiene paciencia y piedad para conmigo. Admiro como camina y lucha al lado mío para que yo alcance aquellas cosas que quiero lograr. Y como dije una vez mientras predicaba, yo podré lograr muchas cosas en la vida, podré subir el escalón más alto, quién sabe si alguna vez pueda tener suficiente provisión económica o estatus social. Más no habrá dinero en el mundo, sacrificio suficiente, nada humano que yo pueda hacer para pagar todo lo que él ha hecho por mí y todo ese amor incondicional que me ha dado. Y si siento esto por mi padre Héctor, ¿puede usted imaginarse el amor que siento hacia mi padre supremo Dios?
Aquel que no escatimó ni a su propio hijo para que yo tuviera redención. Ese que cuando estaba en el vientre de mi madre me entretejió y dio forma. Dios que ha sido mi proveedor y quien me ha guardado del peligro y de la muerte. Ese que trata conmigo en el silencio de la noche y que me acompaña en la soledad más intensa. Jehová quien cuando yo me he sentido desmayar me renueva y me impulsa a seguir hacia adelante. Ese Dios al que no me canso de adorar porque no hay con que pagar, porque no hay gratitud suficiente ni acto con el que yo pueda reciprocar todo el bien que me ha hecho.
Si alguien que me estuviera leyendo no le conoce o por alguna razón se ha apartado de ese tierno y sublime amor, yo le invito a retornar a los brazos amantes del Padre Altísimo. No me importa como estés, ven, vuelve que te está llamando, ansioso de abrazarte y sanar cada herida que puedas tener. Y aún tú que le sirves y no has podido concebir y conocer ese amor tan paternal y grandioso porque no tuviste el afecto de un padre terrenal, o porque éste no te dio el cariño ni la ayuda que esperabas, habla con Dios. Pídele que llene tu necesidad, dile que abra tus sentidos para que puedas recibir todo ese amor especial y único que tiene para ti. Es una experiencia tan incomparable que no hay manera de explicar, pero se siente tan hermoso cuando todo tu ser se satura del amor espléndido y más especial del mundo que es el que Dios el Padre, siente por ti que eres su creación, que eres su hijo.
Autora: Brendaliz Avilés
Tomado del Libro: ¡Cómo se te Ocurre Rendirte Ahora! (Ni un paso atrás)
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