Tema: «LLAMÁNDOME A MI MISMO»
Lectura: Salmos 26
Me reí de mí misma, pero entonces me pregunté: ¿Cuán a menudo mis oraciones se parecerán más a una llamada a mí misma que a una llamada de Dios?.
Por ejemplo, cuando alguien me calumnia, Le ruego a Dios por reivindicación. Quiero que mi nombre quede limpio y que a la persona culpable se le haga responsable por el daño que hizo a mi reputación. Pero entonces me impaciento con Dios y trato de reivindicarme a mí misma. Para tal caso puede que esté elevando una oración a mí misma.
La reivindicación no proviene de argumentos en defensa propia; surge de la integridad (Salmo 26:1). Requiere que permita que Dios examine mi mente y corazón (v. 2), y que yo camine en Su verdad (v. 3). Esto, por supuesto, requiere esperar con paciencia (25:21).
Cuando llamamos a Dios, Él nos ayudará -pero en Su perfecto tiempo y a Su perfecta manera.
Reflexión: El propósito de la oración no es obtener lo que queremos, sino llegar a ser lo que Dios quiere que seamos.