Tema: «LAS HORAS DEL OCASO»
Lectura: Filipenses 3:20 – 4:1
Si todavía eres joven y lleno de energía, puede que encuentres difícil entender los sentimientos que afligen a muchas personas mayores. Pero aquellos que han superado la frontera de la mitad del viaje de la vida y que han comenzado a descender por el otro lado de la pendiente pueden apreciar lo que dijo David: «Yo fui joven, y ya soy viejo» (Salmos 37:25). Y como sabemos que el envejecimiento a menudo trae consigo dolor y pérdida, puede que haya algunos que en vano desean que sus días de verano jamás terminen.
Pero escuchar al ensayista y teólogo F.W. Boreham: «Llegará el momento en que el breve día de mi vida se diluirá en el manto de la noche … Las horas de mi ocaso vendrán … Y luego, sé que, la penumbra, surgirá un día como nunca antes haya conocido; y un día que me restaurará todo lo que los demás días me han arrebatado, un día que jamás se perderá en el crepúsculo».
Así que, no importa dónde estemos en nuestro peregrinaje hacia el cielo; podemos regocijarnos si estamos caminando con Jesús. Y con la certeza de que nuestro fiel Padre permanecerá con nosotros hasta que nuestro andar en la tierra haya terminado, de hecho podemos estar agradecidos por las sombras que se alargan y el sol que se pone.
Reflexión: El vivir es Cristo; el morir es ganancia. – El apóstol Pablo