La Fe almacenada se terminará pudriendo

La Fe almacenada se terminará pudriendo

Había un nene dibujando a Dios y alguien le preguntó:

-“¿Qué estás dibujando?” 

-Y él le respondió: “a Dios” 

-¡No puede ser! Porque a Dios nunca nadie lo vio 

-A lo que el niño respondió: “En unos minutos lo vas a ver…”

Esa es la fe que hace posible lo imposible, es la fe que nos despierta la imaginación, que nos impulsa a ir por más, que ve algo terminado, donde otros ni siquiera lo pudieron visualizar.

¿Recuerdan la historia del profeta Elías y la viuda de Sarepta? Dios lo mandó al profeta a la casa de esta señora para que ella lo sustentase. Cuando el profeta llegó a la casa le pidió un vaso de agua. Sin duda habría caminado mucho, y estaría muy sediento, por aquel entonces no existían los kioscos, ni los almacenes para entrar y comprar algún refresco.

La mujer rápidamente fue a buscar el agua, y mientras iba a traérsela, él la vuelve a llamar y también le pide que le traiga un bocado de pan. Pero ahí ya la cosa cambió, no es lo mismo que nos pidan agua, a que nos pidan comida, porque puede pasar que “estamos con lo justo” y tenemos sólo para nosotros y para nuestra familia. Por eso la mujer le contestó:

“Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir”.

O sea la mujer no solamente tenía poca comida,  sino que esa, era SU ÚLTIMA COMIDA.

“Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza”

La mujer no estaba mezquinando la comida, lo que pasaba es que era lo último que tenía, y que no iba a poder reponerlo. Ya no estaba su marido para ayudarla económicamente, sin embargo Dios le había dado una orden a ella, y era que LE DIERA DE COMER A ELÍAS.

Elías representa la Presencia del Espíritu Santo, y el Espíritu Santo tiene poder creativo, por eso el profeta le dijo:

“No tengas temor; ve, haz como has dicho; PERO HAZME A MÍ PRIMERO de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo”.

Siempre que le demos a Dios el primer lugar en nuestra vida, tendremos todo lo que necesitamos y aún más.

Esto nos enseña, que cuando comenzamos nuestro día tenemos que decir: “Buenos días, Espíritu Santo”; pues Él estará con nosotros, en todos nuestros proyectos, no te olvides de incluirlo en todas tus actividades, conversa con Él. Él es una Persona y quiere compartir la vida abundante contigo.

El profeta le estaba mostrando a esta mujer, que Dios era Real, que Él es el Dios de lo Imposible. La fe captura oportunidades, los problemas que la gente nos cuenta, lo transformamos en bendición.

Cuando pasan cosas malas debo decir: Ro.8.28 “todas las cosas se combinan para bien” A eso malo  Dios le va a poner algo bueno y se van a combinar  las dos cosas. Las cosas sueltas son feas, ponemos como ejemplo la pizza: se prepara con harina, agua, aceite, sal y levadura. Si yo me la como así, sin unir los elementos y cocinarlos, es fea, pero todos esos elementos unidos son buenos. Tengo que ver las cosas en forma panorámica y así voy a ver el favor de Dios, lo inédito de Dios se sumará y lo convertirá en bendición, Porque todas las cosas combinadas ayudan para bien.

La harina y el aceite se multiplicaban, no al ser almacenados sino al ser usados. A la fe hay que gastarla, hay que usarla y luego nos volvemos a llenar. Porque si tenemos “la fe almacenada se terminará pudriendo”.

Por eso se nos exhorta a vivir por fe, dice Habacuc 2.4 “Más el justo por su fe vivirá” por la fe que haya alimentado, no la que le hayan prestado, sino la que fue ejercitando. Todos tenemos una medida de fe, y a esa medida hay que ir aumentándola. ¿Qué haremos entonces para dar de comer a nuestra fe? ¡Hablar victoria! Las palabras, cuando las sembramos, son vasos espirituales que contienen emociones: amor, odio, ira, mansedumbre, todo lo que declaramos tiene valor. Por eso, cuando tus palabras están acompañadas por fe, a través de esa fe todo lo que quieras será posible y real. Debemos comer de la Presencia de Dios.

Por eso dice el texto: “Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”.

Pero el Espíritu Santo no solamente tiene poder creativo, sino también poder resucitador.

El hijo de la viuda cayó enfermo y se murió y ella como enojada le dijo al profeta: “¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? Fíjense en sus palabras, ella pensaba que su hijo había muerto a causa de algún pecado cometido por ella. Ella desconocía la ley de Dios, que dice: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su propio pecado”.

Evidentemente aún no se había percatado de quién era Elías y de la autoridad que tenía de parte de Dios. Esto nos muestra en qué nivel de fe estaba esta mujer, ella tenía fe para “algunas cosas”, al principio fue obediente con el profeta, pero ahora ya las cosas eran diferentes.

Hay muchos creyentes que piensan que Dios manda la muerte. Y la realidad es que Dios es La Vida, él no tiene nada que ver con la muerte, la muerte entró  al mundo por el pecado del hombre y luego pasó a todos nosotros. Tal es así que en uno de los evangelios dice: “Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”. O sea, o estamos vivos en la tierra, o vivos en el cielo pero nunca muertos.

“Dios oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió”

Después de esto la mujer dijo: “Ahora conozco que eres varón de Dios y que la palabra de Dios está en tu boca”. El propósito de todo esto era AUMENTAR LA FE de la mujer.

Termina esta historia diciendo:

“Y en verdad les digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; PERO A NINGUNA DE ELLAS FUE ENVIADO ELÍAS, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón”.

Esta mujer no era judía, y Jesús había sido enviado primeramente a su pueblo. Pero Dios deja una clara enseñanza, de que Él va a hacer milagros ENTRE LOS QUE DECLAREN FE Y LA PONGAN POR OBRA, no entre los que DICEN tenerla, pero no la accionan.

Dios eleva a la gente que declara con poder la palabra de fe que sale de su boca. Nos uniremos y nos potenciaremos en fe y no habrá nada ni nadie, que frene el poder de Jesucristo. Por la palabra del profeta fue hecho el milagro. La fe no es un deseo sino un decreto, una declaración que nace en el corazón, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Fe es soltar la vida de Dios puesta en palabras.

Autor: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org 

 

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