Déjala todavía este año…

Déjala todavía este año…

¡Cuántas veces hemos emprendido grandes cosas para Dios y las dejamos a mitad de camino! ¡Cuántos proyectos han quedado truncados, porque en un momento dado nos ha ganado el desánimo! Abandonamos hermosos planes y grandes sueños, que sin lugar a dudas ¡nacieron primeramente en el corazón de Dios!

Una de las razones por las que esto nos sucede,  es que con frecuencia evaluamos nuestro ministerio, de acuerdo a estadísticas  ¡puramente humanas!. Juzgamos los resultados en base a un “mercadeo” que nada tiene que ver, con las pautas que Dios usa para evaluar nuestro servicio a El. Sabemos pues, que en el plano espiritual, se manejan otros códigos, y que estos se contraponen a la lógica humana. Si queremos vivir,  necesitamos morir. Para recibir, primero tenemos que dar. Y en la economía familiar, como en la empresarial, el dueño de todo (Dios) sólo percibe el 10% de las ganancias, mientras que los administradores (sus hijos) ¡nos quedamos con el 90%!

Estaba una vez compartiendo con los líderes y pastores de la iglesia, mientras ellos evaluaban el resultado de una campaña evangelística que habían realizado meses atrás. Para mi sorpresa, llegaron a la conclusión de que dicho evento, no obtuvo buenos resultados. Desde todo punto de vista, aquella actividad había sido (según ellos) ¡una pésima inversión! ya que  como únicos frutos, había quedado solamente, una familia de 5 miembros (mi esposo, mis 3 hijos y yo) ¡Guau! Gloria a Dios que el oír esa evaluación tan tajante y negativa, no hizo que me desanimara  y terminara por abandonar  Aquel Camino, que había empezado a transitar gracias a la  campaña evangelística. Es que ¿no deja acaso el Pastor las noventa y nueve ovejas que están seguras y va tras la que se perdió?

Me visitó en estos días una vendedora de artesanías; una mujer sencilla y de aspecto muy humilde. Emocionadísima, ella me contó que pudo romper con el calvario de vivir por 20 años, con un hombre abusador que la golpeaba y la hacía sufrir muchísimo. Tuvo fuerzas para tomar esta decisión,  (según su relato) luego de escuchar un poderoso mensaje en la radio. Allí mismo me largué a llorar y le pedí  perdón al Señor por “cortar la higuera” antes de tiempo. ¡Había sacado del aire mi  programa radial! ¿La razón?.. Me basé en los métodos tradicionales para la  evaluación de la audiencia. A juzgar por los pocos mensajes de texto recibidos en el celular, “mi higuera” no estaba dando frutos y ¡había que cortarla!

¿Cómo es posible que no tuviera en cuenta la opinión del jardinero? Mi amado hermano y consiervo ¡no bajes los brazos! ¡No abandones tan rápidamente tu  ministerio! Recuerda que tú no estás ahí, porque hayas confiado en Dios, sino porque ¡El ha confiado en ti! No te dejes ganar por el desánimo, pues a su tiempo segaremos, si no desmayamos.  Todo cuanto tenemos que hacer es sembrar o  regar, teniendo en cuenta que es Dios,  quien da el crecimiento. No te dejes engañar por los resultados aparentes. Los verdaderos resultados no están delante de nuestros ojos; ¡estos ocurren en el corazón! Antes de tomar una decisión apresurada, consulta con el jardinero;  Señor ¿qué haré con la higuera? (Lucas 13: 1-9) De seguro El te responderá:

          “Déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone …!

Autor: Estela Schüsselin

Escrito para: www.destellodesugloria.org

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: