Apelando a la Misericordia de Dios – Parte I

APELANDO A LA MISERICORDIA DE DIOS (PARTE I)

BASADO EN ISAÍAS 38:1-5

INTRODUCCIÓN: A través de esta palabra aprenderemos a apelar a la misericordia, al favor y a la justicia divina, así como el rey Ezequías lo hizo en su época. Para un mejor entendimiento explicaremos esta Palabra en dos partes. Veamos lo siguiente.

1.       LA SITUACIÓN DEL REY EZEQUÍAS.

A.      Enfermó de muerte (vr. 1).

Se trataba de una llaga (2Reyes 20: 7; Isaías 38: 21), estaba en la flor de su juventud, en pleno servicio a Dios y a su pueblo Judá (reino del sur), desde los 25 años (2Reyes 18: 1, 2; 2 Crónicas 29: 1), fue uno de los mejores reyes de Judá (2Reyes 18: 3-7; 2Crónicas 29: 1-36; 30: 1-27; 31: 1-21) y hasta el rey de Babilonia se enteró de la enfermedad de Ezequías (2 Reyes 20: 12; 2 Crónicas 32: 31; Isaías 39: 1).

B.       Recibió un mensaje de muerte (vr. 1).

El mensaje consistía en dar las últimas instrucciones a la familia, poner los asuntos y la casa en orden, hacer los arreglos concernientes al testamento, Lo relacionado a la sucesión del trono, disponer de la  hacienda, posesión, dejar los asuntos pendientes en la mejor postura posible y lo más importante poner en orden su corazón (actos de arrepentimiento).

2.       LA APELACIÓN DEL REY EZEQUÍAS.

A.      Volvió su rostro o su cara a la pared (vr. 2).

Lo más probable es que el rey Ezequías estaba acostado en su lecho, cuando recibió el mensaje de Dios por parte del profeta Isaías, ya no podía retirarse a su cámara secreta de oración, ni al templo (2Reyes 20: 5, 8; Isaías 38: 22); por eso tuvo que volver su rostro a la pared en dirección al templo, demostrando así como habría deseado estar allí si hubiese podido, así como solía hacerlo antes (2Reyes 19: 1, 14; Isaías 37: 1, 14). Aprendemos de esto, que mientras podamos congregarnos y estar en la casa de Dios hagámoslo, porque quizás habrán momentos en que lo desearemos y no vamos a poder hacerlo (Isaías 55: 6; Hebreos 10: 25). Además, lo hizo para estar más en secreto y concentrarse mejor en la oración, como también para concentrar sus pensamiento y tener comunión en privado con Dios.

Reflexión. He aquí una de las herramientas espirituales para apelar a la misericordia divina: La comunión privada con Dios (1Reyes 17: 19-22; 2Reyes 4: 4, 5, 25, 33-37; Mateo 6: 6; Hebreos 5: 7).

B.       Hizo oración a Jehová con ruego (vr. 2, 3).

Esta situación de Ezequías debía ser reversible con la oración y si no, la oración sería para él preparación para la muerte, fuerza y gracia para terminar bien (Hebreos 5: 7; Santiago 5: 13a).

Reflexión. He aquí otra herramienta espiritual para apelar al favor de Dios: La oración con ruego (Números 14: 17-19; Deuteronomio 3:25; Job 8: 5, 6), y como lo expresó alguien en un momento difícil “La aflicción nos lleva a nuestras rodillas y a nuestras Biblias”.

 C.       Hizo un recordatorio a Dios de toda una vida de servicio a Él y a Judá (vr. 3).

“Señor recuerda que yo siempre te he servido de todo corazón y he hecho lo que te agrada” (PDT). “Yo te suplico, Señor, te acuerdes de cómo te he servido fiel y sinceramente, haciendo lo que te agrada” (DHH).

El rey Ezequías venía sirviendo a Dios y a la nación de Judá desde los 25 años (2Reyes 18: 1-8; 2Crónicas 29 al capitulo 31) y sabía perfectamente que con su muerte, se interrumpía y se ponía fin a toda una vida de servicio (Isaías 38: 11, 18-20). De hecho su deseo y disposición era seguir sirviendo a Dios, como a la nación de Judá (reino del sur), así como se lo expresó  en su oración cuando le dijo “Quienes están en el sepulcro no pueden alabarte, los muertos no pueden darte gloria, los que bajan a la fosa no pueden esperar tu fidelidad. Solo los que viven pueden alabarte, como hoy lo hago yo” (Isaías 38: 18, 19) (DHH).

Reflexión. Esta tercera herramientas espiritual, servirá para apelar a la Justicia divina: Un recordatorio a Dios del servicio que venimos haciendo para Él, su obra y su pueblo (Daniel 3: 17, 18; 6: 16, 20-23; Hebreos 6: 10).

D.       Lloró con gran lloro (vr. 3c).

 El hebreo dice que lloró amargamente, que rompía a llorar a lágrima viva o a grito pelado. No fue una oración seca; sino que la acompañó con lágrimas. Se acercó y buscó a Dios con un corazón quebrantado, tierno y sensible (de carne). Así demostraba que se resistía morir: Por su vida de servicio que venía prestando a Dios y a su pueblo Judá (Isaías 38: 11, 18-20) y por temor a que Judá se dañara nuevamente después de haber sido limpiada, desde el momento que él empezó a reinar (2 Crónicas 29 al capitulo 31).

 Reflexión. Esta es otra de las herramientas espirituales para apelar a la misericordia de Dios: La oración liquida en la presencia de Dios (1Samuel 1: 10; Salmos 56: 8; Juan 11: 32, 33; Hebreos 5: 7).

CONCLUSIÓN.

Después de haber estudiado esta palabra, nos damos cuenta que el rey Ezequías con su apelación por la misericordia divina, logró que Dios lo sanara y le añadiera quince años más de vida (2Reyes 20: 5, 6; Isaías 38: 4, 5). Tengamos en cuenta estas herramientas espirituales, que hemos aprendido a través de esta Palabra, que nos servirán para apelar a Dios, por su misericordia y favor. ¡Manos a la obra!

Igualmente fueron muchos los personajes bíblicos, los que apelaron a la misericordia de Dios y a su favor. Algunos la perdieron y otros la ganaron, pero por lo menos lo intentaron (Éxodo 32: 7-14; Números 14: 11 24; Salmos 106: 19-23, 45; Jonás 3: 1-10).

Autor: Garys Leandro

Preparado para: www.destellodesugloria.org

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