Nuestra mirada puesta por sobre todas las cosas

Nuestra mirada puesta por sobre todas las cosas

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

 Poned vuestra mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

Colosenses 3:1-2 (RV60)

Sabemos que nosotros como seres humanos, somos seres tripartitos; es decir, estamos compuestos de espíritu, alma y cuerpo. Sin embargo, al llegar a Cristo, nuestra naturaleza es mudada; la naturaleza pecaminosa que estaba viciada conforme a los deseos engañosos de la carne muere. Pero Dios implanta una naturaleza celestial, divina, compuesta de justicia, santidad y verdad, la cual nos hace en Cristo Jesús nuevas criaturas, por lo tanto somos SERES ESPIRITUALES con un alma y un cuerpo, tenemos una ciudadanía la cual está en los cielos como lo dice el apóstol Pablo:

Mas nuestra ciudadanía está en el cielo, de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo;

Filipenses 3:20

Somos PERSONAS CELESTIALES por la naturaleza de Cristo en nosotros. Pero en este peregrinaje temporal, nos encontramos diariamente con cosas que aparentemente son deliciosas en la vida, pero cuando andamos en intimidad con Dios, podemos darnos cuenta que tales cosas son pasajeras y temporales.

Algo de lo que yo estoy acostumbrada a hacer es ver las noticias por periódico y por televisión (pues por motivo de mi carrera debo estar al tanto de todo lo que esta pasando a nivel mundial en todas las esferas). En cuyos medios pasan comerciales, series de novelas, noticias de farándula, música con cierto ritmo pegajoso, reality shows, y muchas cosas despampanantes que ofrece el mundo.  Donde aparentemente muestran una “felicidad” en las cuales ofrecen “disfrutar la vida”. Pero debo decir desde lo más profundo de mi corazón que nada de esto, ¡pero nada!, es comparado con el gran amor que Dios me ha dado al enviar a su hijo amado Jesucristo a morir por mí. Cuando pienso en lo cuán celoso es Dios quien me anhela con celo santo y que con amor sublime y eterno me ha amado, cuando comprendo mi valor ante Él y el significado de la cruz,  ante mí los ofrecimientos del diablo y del mundo pierden sentido y valor, y entiendo cual es el fin de todo esto.

Y es que nosotros en muchas ocasiones (siendo sinceros ante el Señor y con nosotros mismos), y con mucha más razón siendo jóvenes, nuestra mirada tiende a ser atraída por lo que el mundo ofrece, pero el amor de nuestro Dios es tan grande para con nosotros que su Espíritu nos recuerda que somos celestiales y que temporal es el tiempo de nuestro peregrinaje, que tenemos moradas celestiales donde habitaremos desposados con Cristo por toda la eternidad, que somos real sacerdocio y nación santa, redimida por la preciosa sangre del Cordero Santo, la cual nos ha limpiado y nos ha hecho valiosos. Sabemos que el mundo, a pesar de esconderse en máscaras de felicidad y de aparentes fantasías coloridas, todos los que pertenecen a él sienten un vacío en lo más profundo de su ser de lo cual nadie se percata de ver, y que realmente, a la final, necesitan salvación y el amor de Dios obtener. Digo yo, ¿para qué ponemos nuestras miradas en lo que ofrece el mundo si éste, el cual es pasajero, se queda aquí en la tierra pero nuestras almas son valiosas para Dios y eternas?

Tú que tal vez sientes que estás siendo atraíd@ por  algo de las cosas del mundo no te dejes llevar por ello, que no se te olvide que esas cosas pasan y en algún momento dejarán de ser. Aquellas cosas que tanto el mundo aprecia se quedan aquí mismo; pero si tenemos nuestra mirada puesta en el Cielo, entenderemos lo que es valioso guardarnos para el Señor y nos gozaremos con la herencia tan grande que Dios nos ha dado en Cristo Jesús. Tal vez nos podamos sentir en cierta forma “atraídos”, pero Dios ha derramado sobre ti y sobre mi tan abundante amor, que nos hace rechazar las apariencias de este siglo y nos hacen preferir cada vez más amar a Dios con más pasión e intensidad. Donde tú estás te pido que en este momento entres confiadamente al trono de Su gracia y descubras su corazón ante Él, sé sincer@ y dile lo que sientes; dile al Señor que derrame más de su amor sobre ti, así podrás andar lleno(a) de Él y entenderás que nada de lo que este mundo te ofrece te va a saciar, que no tiene ningún sentido ni valor en realidad. Solo nuestra vida en Cristo tiene sentido, lo demás no.

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre.

1º Juan 2:15-17 (RV60)

Que no se te olvide el valor de quien eres en Dios y de donde te ha sacado Él; las cosas de esta tierra pasan, pero nuestras vidas en Él permanecerán para siempre.

Autora: Erika María Zambrano

Escrito para www.destellodesugloria.org

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