Guardavidas… ¡metámonos al agua!

Guardavidas…¡metámonos al agua!

“Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo…” (Romanos 10:13)

Tuve la oportunidad de conocer, y estrechar la mano de un hombre, que practica uno de los deportes acuáticos más arriesgados, como es el Windsurf. Mantenerse a flote, sobre una tabla que parece una cáscara de nuez y dejarse guiar por los fuertes vientos, en el agitado y embravecido mar, “es sólo para valientes” pensé.

Se me aflojan las piernas de pensar que cuando por alguna razón se pierde el equilibrio, sólo se tiene la tabla y quizás también el chaleco salvavidas para mantenerse a flote. No importa cuántos “guardavidas” estuvieran en la costa dispuestos a socorrerme, este es un riesgo que definitivamente,  no estoy dispuesta a correr ¡y menos aún por deporte! Cuando pienso que el mar, literalmente no tiene fondo, y que es un gigante voraz e insaciable, que no cesa de devorarse a los barcos enteros y a las personas ¡se me hiela la sangre!

Compartiendo con este deportista, acerca de sus motivaciones, el sólo pudo expresar que el Windsurf, o “la vela” como él le llama, es su pasión. Siempre creí que quienes practican éste deporte extremo, eran personas física y emocionalmente especiales. Alguien con grandes bíceps y  un espíritu indómito y emprendedor. Sin embargo, Sergio es callado, de contextura física pequeña, algo tímido y hasta un tanto inseguro…No obstante, es indudable que posee ¡una gran fuera interior!…ésa que le impele a tomar nuevos y grandes desafíos.

Al igual que Sergio, muchas personas día a día salen a enfrentar al gigante (el mundo) y lo hacen sin Dios, sin esperanzas y sin una fe profundamente arraigada, en aquel que tiene la potestad de acallar a los vientos, las tempestades, y hasta de mantener al mar en su cauce. Salir a enfrentar la vida, sin la cobertura del que venció en la Cruz del Calvario por amor a la humanidad, es como aventurarse al mar con la confianza puesta tan solamente en la “tabla” de alguna hueca y vana filosofía; es como pretender dominar los fuertes vientos de las pruebas, desplegando la “vela” de  frágiles pensamientos de hombres, de amuletos y hasta fetiches.

Algunos lo hacen por puro deporte, pues habiendo conocido al Dios de los cielos, de la tierra y de los mares, lo han dejado,  para poner su confianza en cualquier “tabla de salvación”. Otros en cambio, esperando que los “guardavidas” que lastimosamente permanecemos indiferentes en la costa, nos metamos al agua para guiarles, ayudarles a permanecer a flote en el mar de la angustia y el dolor, porque: “¿Cómo pues invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10: 14)

Amados, Dios nos ha salvado para que ayudemos a salvar a otros. No nos quedemos en la costa como meros observadores…

Guardavidas…¡metámonos al agua!

Autora: Estela Schüsselin

Escrito para: www.destellodesugloria.org

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