La Prueba de Carácter

La Prueba del Carácter

Una serpiente estaba persiguiendo a una luciérnaga. Cuando estaba a punto de comerla, esta le dijo:

-“¿Puedo hacerte una pregunta?”.

– La serpiente respondió: “En realidad nunca contesto preguntas de mis víctimas, pero por ser tú te lo voy a permitir”.

– Entonces la luciérnaga preguntó: “¿Yo te hice algo?”,

– “No, respondió la serpiente”.

– “¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?”

– “No, volvió a responder la serpiente”.

– “Entonces,  ¿por qué me quieres comer?” inquirió el insecto.

“Porque no soporto verte brillar”, respondió la serpiente 

“Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él”.

Tenemos un ejemplo muy claro en la Biblia, de alguien que en un momento de su vida sintió  “que se lo querían comer”, tenía una mente brillante, pero por lo general las personas así, cuando comentan todo lo que saben, no despiertan necesariamente admiración en los otros; sus hermanos lo envidiaban por eso y decidieron venderlo a unos mercaderes madianitas, quienes a su vez lo vendieron a los egipcios; y José, en lugar de volverse un hombre irascible, tomó otro camino que lo llevó hacia un destino de éxito.

Dice la Biblia: “Envió un varón delante de ellos; a José, que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; en la cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová le probó”.

Muchas veces hablamos de las pruebas como algo tan familiar, que es como si las estaríamos esperando todo el tiempo. A través de mi vida de creyente, escuché muchos conceptos erróneos respecto a ellas. Por eso tomé a José como ejemplo, y específicamente porque me impactó, la forma en que este Salmo  describe ese tiempo que este joven tuvo que pasar. Allí narra cómo sufrió José injustamente, sin embargo todo eso fue “hasta la hora que se cumplió la palabra de Dios” y también dice: “el dicho de jehová le probó”.

Hay una expresión muy común entre el pueblo de Dios y es la siguiente: “Dios permitió esta situación en mi vida”, “El Señor me mandó la prueba”. Bien, si nos detenemos a pensar un poquito, no es sabio decir eso, porque tendríamos que usar esa frase para cada momento de la vida que vivimos, ya que todo lo que vivimos cotidianamente se supone que “Dios lo permite”. Pero singularmente decimos esta frase cuando se trata de algo que no podemos explicar; lo primero que hacemos es responsabilizar a Dios de la crisis o de la difícil situación que estemos pasando. En el caso de José, vemos que fue vendido por sus hermanos, algunos opinan que “esa fue la voluntad de Dios”. Sin embargo la Escritura dice que: “Dios tiene pensamientos de paz y no de mal para nosotros”.

Otros dicen: “eso le pasó por buchón”. Yo pregunto: ¿qué hermano no le fue alguna vez con cuentos de sus otros hermanos a sus padres? ¿Sería eso una razón suficiente, para que ellos pensaran en borrarlo de sus vidas? Por supuesto que no, sin embargo en la vida real eso pasa; quizás no te venden por dinero, pero te hacen “la guerra fría” y la indiferencia es un arma letal. Creo, que sencillamente como José era el preferido del papá, ya que era el hijo que Jacob había tenido con la mujer que amaba, sin duda recibía un trato diferente respecto de sus hermanos. Ahora este es el error que muchos padres cometen al hacer preferencias entre sus hijos.  La predilección que Jacob mostraba hacia José, suscitó los celos contra él. Pero también, vemos que José era un dotado por Dios, él tenía una unción especial, pues Dios se le revelaba; y  al ser tan joven, cometía la torpeza de contárselo a sus hermanos.  Entonces los hermanos le tenían más bronca, y no se les ocurrió mejor idea que “deshacerse” de él, sino hubiera intervenido Rubén, el hermano mayor, hasta lo habrían matado.

La cuestión es que cuando llegó a Egipto después de ser vendido por sus hermanos, fue mayordomo de un tal Potifar, y fue el  mejor administrador. Cuando fue tentado por la mujer de Potifar, su conducta fue intachable, prefirió huir y “quedar como un tonto” que ceder ante el engaño del diablo. Luego fue puesto en la cárcel y fue el preso más destacado, al punto que lo pusieron a cargo, de los demás presos.

¿Por qué le sucedieron todas estas cosas?  Porque José tenía que aprender a mejorar lo que estaba a su alrededor.

La pregunta es: ¿Dónde tú vas, dejas mejor las cosas o las dejas peor? ¿Si hablas con tus padres, los dejas más perturbados o más tranquilos? ¿Cuándo hablas con tu cónyuge, lo dejas más contento o más triste? ¿Y la iglesia y el trabajo, reciben algún aporte de tu parte? Si no sabes mejorar el lugar donde hoy estás, si no sabes cuidarte, si no mejoras a los que están a tu alrededor, entonces Dios no te va a promover al palacio, porque primero tienes que aprender. Necesitamos gente que adonde vaya mejore el lugar, que cuando hables con alguien lo dejes un poquito mejor de lo que estaba. Donde vayas deja tu huella. De José se decía: “todo lo que hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano”.

Por eso cuando hablamos de pruebas, a veces nos confundimos y asociamos el mal momento como algo que nos mandó Dios. Pero lo que en realidad  está pasando es lo que ya Jesús anticipó: “que en el mundo tendremos aflicción” o sea los problemas siempre vendrán, de una u otra forma. El tema es cómo reaccionamos ante ellos; y es ahí donde Dios, nos toma examen y nos dice: “yo estoy contigo, en el pozo en el que te tiraron, en la casa que trabajaste y te acusaron injustamente y aún en la cárcel, ¿vas a confiar en mí, en que yo te voy a sacar de todo eso, o te vas a amargar y vas a llenar de odio tu corazón?”.

A Dios le importa más nuestro carácter que nuestras bendiciones, porque: “el carisma te lleva a la cima pero el carácter te mantiene allí”.

José tuvo que pasar por un proceso para ser formado, para Dios las bendiciones no son ningún problema él te las da y listo, pero él quiere que formemos un carácter.

Después de muchos años vinieron los hermanos de José adonde él estaba; y cuando José los vio recordó: “pensar que la última vez que nos vimos fue en el pozo, y ahora es en el palacio; pensar que la última vez me gritaron insultos y ahora me vienen a pedir perdón”.

 No importa lo malo que te pasó, el que se burló de vos en el pozo va a venir a extender sus manos, buscando tu ayuda, porque va a ver que Dios ha estado contigo.

José salió aprobado porque él pudo perdonar todo lo que le hicieron sus hermanos y entendió que Dios iba a redireccionar todo lo malo que había sufrido, por eso dijo: “Ustedes pensaron mal contra mí, pero Dios lo encaminó para bien”.

Todo lo que viviste, todo lo que pasaste durante años te será recompensado. Y recordá: “te dispararon flechas pero el arco sigue estando firme en tu mano”. Hay algo muy poderoso escondido dentro de ti que en los momentos de crisis y de dolor saldrá a la luz.

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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