¿Hasta cuándo?

¿HASTA CUÁNDO?

question231456Lectura: Números 14:11

Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.

Esta fue la pregunta que le hizo Dios a Moisés: “¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me ha de creer con todas las señales que he hecho en medio de ellos?”

La historia del pueblo de Israel está enmarcada por la incredulidad. A pesar de ser testigos de la gloria y del poder de Dios, ellos dudaban cada vez que las cosas se veían difíciles. Continuamente decían “Hubiera sido mejor habernos quedado en Egipto” y se hacían dioses ajenos al Dios que los había liberado.

Lo he mencionado antes y lo sostengo, creo que nos parecemos más a este pueblo de lo que creemos. Quiero decir, muchas veces juzgamos con severidad a los israelitas por su incredulidad (y estamos en lo correcto, ellos hicieron mal), pero ¿somos nosotros diferentes a ellos realmente?

Hay muchas trampas en el mundo que nos buscan alejar de Dios y todas nos destruyen y nos roban las cosas hermosas que Dios ha querido darnos por su gracia y amor.

Dentro de todas estas trampas está la incredulidad que le causa un especial enfado a Dios. Piense en esto: La salvación es por gracia y se accede a ella solo creyendo; pero si ni siquiera somos capaces de darle esa fe a Dios ¿Cuál será la actitud de Dios hacia nosotros?

Creer; eso es lo que hace la diferencia entre los que mueren en el desierto y los que conquistan la tierra prometida; entre los que se quedan a las puertas de la gloria y los que logran atravesarlas; entre los que aspiran pero no logran y los que vencen. Creer es lo que hace la diferencia entre un cristiano y alguien que no lo es.

No piense ni por un momento que con solo ir a una iglesia y autodenominarse “cristiano” heredará el Reino de Dios; el mismo Jesús dijo que no todo el que lo proclamaba Señor entraría allí, sino el que hiciera la voluntad del Padre.

También Jesús afirmó que debemos hacernos como niños si es que queremos entrar al Reino de Dios. Esto nos indica que debemos poner toda nuestra confianza en el Señor y esperar en Él como un niño espera en su Padre (con la seguridad que Él sabrá recompensar esa confianza). La fe es la que hace la diferencia entre el que ve la gloria de Dios y el que se queda anhelándola; hace la diferencia entre el que se salva y el que se pierde; hace la diferencia entre el que hereda la vida eterna y el que se queda en el camino.

Lo único que Dios demanda de nosotros es que confiemos en Él ¿Hasta cuándo nos negaremos a seguir su llamado? ¿Hasta cuándo seguiremos siendo tercos para dudar de su poder aunque lo veamos en nuestra cotidianidad? ¿Hasta cuándo viviremos en el mundo de la duda y nos adentraremos al mundo de la fe? Debemos morir a nosotros mismos y dejar de lado nuestro raciocinio y nuestra mente carnal que nos impide ver las cosas espirituales.  Podríamos pensar que estamos renunciando a la verdad, pero la verdad es que para conocer la verdad es necesario negarnos a intentar buscarla por nuestros medios y empezar a buscarla a la forma de Dios.

¡ES HORA DE CREER!

QUE DIOS TE BENDIGA

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará”

Salmo 1:1-3

Autor: Juan Felipe Caro Valencia

Escrito para www.destellodesugloria.org

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